11 de octubre de 2022

ALMONTE 2022

Dije hace poco que en Sevilla el verano se alarga mucho, pero en realidad tendría que haber dicho que ese fenómeno no es propio de la capital andaluza en exclusiva, sino que ocurre en toda Andalucía. Por eso, en el sur de España no es raro ir a echar un día a la playa en pleno mes de octubre. No obstante, lo cierto es que los ratos en la costa no son iguales en verano que en otoño. A mí me gustan más estos últimos, pero en ellos el calor ha disminuido tanto, que lo normal es que yo ni siquiera me bañe. Sin embargo, las cosas que se pueden seguir haciendo son una gozada, y permiten echar jornadas de auténtico ensueño.


Que más se puede pedir, que disfrutar, en buena compañía, del sol y de una cerveza fresquita, junto con unas gambas, mirando al mar. Aunque solo fuera para reflejar eso que nosotros hicimos el pasado sábado, este post tenía que ser escrito. En efecto, ese día María y yo nos vimos sin las niñas, y a media mañana decidimos tirar para Matalascañas. Nos apetecía pasar la tarde en una playa recóndita, pero como también queríamos pegarnos un buen homenaje culinario, optamos por ir a esa pedanía almonteña. En el Paseo Marítimo de la misma se puede comer muy a gusto, pero además, desde cualquiera de los extremos de dicho Paseo, es muy sencillo echar a andar y perderse en un paradisiaco arenal, puesto que el frente costero en esa zona es kilométrico y es virgen en su mayor parte. Por eso, allí si se quiere combinar un plan urbanita, con otro más salvaje, se puede hacer con comodidad. Nosotros aparcamos en Matalascañas, comimos en un restaurante, y después caminamos durante 15 o 20 minutos por la playa, hasta alcanzar un lugar en el que la presencia humana era mínima.



Nuestro plan, por tanto, en principio no tuvo más misterio. Primero comimos en un restaurante del Paseo Marítimo, elegido al azar, luego nos dimos un agradable paseo por la Playa de Castilla, hasta que encontramos el grado de aislamiento que buscábamos, y en tercer lugar nos pusimos cómodos y echamos una tarde deliciosa. He de decir que yo me pegué una siesta de las que te dejan como nuevo. Pongo a continuación una foto en la que está plasmada la pura personificación del placer.


Me pasé una hora en esa postura, o casi, porque me quedé dormido mirando hacia el acantilado, pero la foto demuestra que giré el cuello en algún momento. Ni que decir tiene que no recuerdo haberme movido. Un tsunami podría haber barrido la playa y yo no me habría enterado.

Pese a todo, no me dediqué solo a sobar. Es cierto que no fui tan valiente como María, que se bañó dos veces, pero sí disfruté de la arena y llegué a meter los pies en el agua.


En cualquier caso, de lo que venía a hablar no era de lo a gusto que estuvimos en la playa, sino de las novedades que trajo el día. Con respecto al restaurante en el que almorzamos, en el mismo no había estado nunca. Se llama Bar Restaurante Los Limones. Comimos bien, dentro de que no es un lugar de gastronomía selecta, pero lo cierto es que tuvo una cosa muy positiva, que yo es lo que más valoré, y es que nos sentamos junto al Paseo Marítimo y nos dejaron comer con toda la tranquilidad del mundo, sin meternos prisa. De hecho, ese mediodía fuimos los últimos en irnos del restaurante. Si me hubiera dado cuenta, al final habría espabilado, pero la verdad es que nos relajamos, fuimos pidiendo, no nos atosigaron, y cuando llegó el momento de pagar, vi que ya no quedaban clientes, sin que nos hubieran apretado ni un poco. Lo agradezco mucho, y así lo digo, porque íbamos buscando una comida calmada y en Los Limones tuvieron sensibilidad para regalar.


Después de nuestra tarde de playa, hicimos otra parada en el Chiringuito Heidi Bananas. Allí me tomé una simple Coca Cola, pero lo que destaca de ese lugar es el sitio en el que está.

Por último, la principal novedad del día fue que por fin pude entrar en el Parque Dunar de Matalascañas, que pertenece al Parque Natural de Doñana. Realmente, es la parte del mismo que está más pegada a Matalascañas. Ese sector ha sido vallado y se ha convertido en una especie de parque acotado, en el que lo que hay son 150 hectáreas de dunas y de pinos.


Dentro del Parque Dunar hay varios senderos marcados. Nosotros hicimos uno denominado Sendero Pasarela Diagonal. El mismo no es en realidad un sendero, sino que está compuesto, más bien, por una pasarela de madera, que atraviesa la zona acotada de dunas y pinos, de una punta a otra.


Por un lado, la pasarela da a la zona de la playa, y por el otro conduce a un centro de información turística que estaba cerrado.


Gracias a la pasarela de 500 metros pudimos avanzar a través de las dunas sin esfuerzo. En diferentes partes de la misma había accesos a otros senderos, que ya sí circulaban por la arena.


Al llegar al final de la pasarela salimos al extremo oeste de Matalascañas, que está conformado por una gran zona de aparcamientos, a la que da el frente occidental de la población.


Bordeando ese frente urbanizado, alcanzamos, de nuevo, el final del Paseo Marítimo, y nos despedimos de Matalascañas, hasta la próxima, con un bonito atardecer. Fue un precioso colofón a un maravilloso día.



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado ALMONTE.
En 1994 (primera visita incompleta), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Huelva: 2'5% (hoy día 30'4%).
En 1994 (primera visita incompleta), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 1'5% (hoy día 21'3%).


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