Ispavilia es una empresa que combina el ocio cultural y el turismo, organizando rutas guiadas por Sevilla desde 2013. Durante muchos años, Jesús Pozuelo, que es su alma mater, se limitó a idear recorridos por la capital hispalense, en los que hacía gala de sus vastos conocimientos culturales y artísticos, así como de sus dotes de comunicador. Sin embargo, con el tiempo, el radio de acción de Ispavilia se amplió a diversos lugares de las provincias de Cádiz y de Huelva, y últimamente Jesús se ha desatado, y está montando viajes organizados, en los que replica su modus operandi habitual, pero a mayor escala. Yo no soy nada aficionado a viajar en grupo, pero en diciembre, por diversas circunstancias, superé mis prejuicios y me animé a hacerlo con Ispavilia. Fuimos a Madrid, y la experiencia me encantó. El mes que viene, daré un paso más y me dejaré llevar por Grecia, pero antes he ido a Vejer de la Frontera, a echar una mañana aprendiendo cosas, en una de las rutas gaditanas de las que hablaba arriba.
Vejer de la Frontera es un pueblo blanco, que se desparrama por un prominente monte, el cual está situado apenas a 8 kilómetros del litoral atlántico. Dada su cercanía al mar, no se trata de una localidad de sierra, pero tampoco es apta para el turismo de playa, porque se encuentra más lejos de la costa de lo que toleran la mayoría de los aficionados a las jornadas de sol, olas y arena. Por tanto, en apariencia, Vejer se halla en tierra de nadie, pero, pese a esto, lo cierto es que ha sabido hacerse notar de una manera admirable, por lo que se llena de visitantes. El secreto de su éxito radica en que es una población repleta de rincones de gran belleza, que se han sabido cuidar y poner en valor.
Yo estuve por primera vez en Vejer en 2005, pero se ve que anduve por el pueblo un tanto distraído, porque no recordaba nada. El pasado domingo regresé con Ispavilia, y ahora ya puedo corroborar que es una de las localidades más pintorescas que hay en España.
El caso es que Jesús nos citó en Vejer de la Frontera a las 11'30. Yo iba con mi madre desde Sevilla, y como salimos con tiempo y no hubo percances, logramos llegar un poco antes de la hora marcada. En vista de eso, decidimos buscar un sitio donde echar un cafelito y una tostada. La empresa parecía fácil, pero no lo fue tanto. El problema fue doble. En primer lugar, nos metimos directamente en la zona atractiva del pueblo, por lo que se complicó la opción de desayunar en un bar normal y corriente. Supongo que en Vejer es posible tomar una media mañana de andar por casa en otros barrios, pero en los alrededores de la Calle Corredera solo estaba abierto un negocio de los que sirven brunchs.
No entraba en nuestros planes tomar huevos benedictinos, ni tortitas, y además el sitio estaba abarrotado, por lo que nos adentramos en el centro buscando una alternativa. La encontramos en una cafetería que tenía un aspecto más normal, pero en la que nos topamos con el segundo problema, que fue que no se despachaban desayunos a partir de las 11'00. Eran las 11'05, y allí habían comenzado con los aperitivos. En Andalucía occidental, por la mañana se sirven tostadas hasta mediodía. No lo digo yo, es así. Lo de rebajar la hora límite solo tiene una explicación, y es que el negocio en cuestión, aparte de ser un tanto sacacuartos, está enfocado al turismo foráneo. En este caso, la camarera que nos atendió, y que nos dijo al principio, con un marcado acento de Cádiz, que no nos podía poner tostadas a esa hora, parece que sintió un pelín de vergüenza y regresó al poco, para avisarnos, por lo bajini, de que nos iba a servir dos medias tostadas a nosotros. Supongo que teníamos pinta de casi paisanos. Se lo agradecí mucho.
Luego, resultó que el lugar donde desayunamos es especial. Se llama Gran Taberna de la Plazuela, y pertenece al Hotel Convento de San Francisco. Este se encuentra ubicado en una parte del Antiguo Convento de San Francisco, y en su día fue la primera hospedería del pueblo.
No voy a tratar de reproducir en este post todo lo que Jesús nos contó sobre Vejer de la Frontera. Es imposible. Tan solo voy a presentar el municipio, después voy a resumir el contexto en el que se desarrolló el pueblo, y, por último, voy a relatar de manera sucinta las cosas concretas que vimos.
Vejer de la Frontera cuenta con unos 12.600 habitantes. De ellos, 9.000 pueblan la homónima capital municipal. Los demás, viven dispersos en multitud de pequeños núcleos de población. El mayor de estos, y el más famoso, es El Palmar, que ronda los 700 vecinos censados. El Palmar es el más célebre, porque ocupa la estrecha franja del municipio que se abre al Océano Atlántico. En este artículo no voy a hablar de ese trozo de costa, que está ocupado por la maravillosa Playa de El Palmar, porque esta vez no nos arrimamos al mar.
No obstante, tengo que resaltar que el océano sí lo vi a lo lejos. Incluso, pude contemplar la costa de África. Resulta impresionante lo cerca que está Marruecos de España.
En la imagen que pongo arriba, se distingue perfectamente, al fondo, el litoral marroquí. Más cerca, todavía en suelo español, se aprecia bien la Sierra de la Plata, y, a sus pies, la espectacular Playa de Zahara.
Como es lógico, ese monte estuvo habitado desde el Paleolítico, pero fue durante los cinco siglos y medio en los que la población estuvo integrada en Al-Ándalus, cuando se conformó la fisonomía urbana que aún hoy la define.
En 1285, Vejer pasó definitivamente a manos cristianas, y en 1307 se incorporó a las posesiones de la Casa de Medina Sidonia. Durante un puñado de siglos, esta estirpe nobiliaria tuvo mucho que decir en el pueblo y en su entorno. Ya en el XIX, las desamortizaciones y los acontecimientos políticos repercutieron en la titularidad de las propiedades, pero, a nivel urbanístico, lo relevante es que nunca se modificó en la población el entramado que se había gestado a principios de la Edad Media. Gracias a eso, Vejer de la Frontera está conformado por un conjunto de blancas y angostas calles, que serpentean por la montaña, y que son las responsables de que sea una de las localidades más bellas de España.
Así pues, en época islámica quedó fijado el tejido urbano de Vejer, que se adaptó a la irregular orografía de la elevación donde estaba. Sus calles se enmarcaron por una muralla, y quedó constituido un recinto fortificado de unas 4 hectáreas, con forma de polígono irregular de seis lados, comunicado con el exterior a través de cuatro puertas, que se conservan en su estado primitivo.
No me gusta coger imágenes o fotos de otras páginas, sobre todo si son originales de sus autores, pero en este caso me voy a tomar la libertad de poner un mapa, enlazando el blog en el que está, que se titula Torres, Castillos y Fortalezas, y diciendo que su autor es Rafael Lara. Lo voy a hacer, porque el plano es una maravilla, e ilustra a la perfección lo que voy a contar.
En el mapa, se pueden ver las cuatro puertas de la Muralla de Vejer. La que da al norte se denomina Puerta de la Segur. Hasta el siglo XVII, se la llamó Puerta de la Villa, ya que era la principal del recinto amurallado.
En el sentido de las agujas del reloj, la siguiente apertura de la Muralla es la Puerta de Sancho IV, que está situada prácticamente en el punto donde el lienzo norte de la cerca se une con el este.
La actual Puerta de la Villa da al este. Antaño, desembocaba en una explanada, donde hoy día se sitúa la Plaza de España, que ejerce de corazón del pueblo.
Por último, en el extremo sur de la Muralla se ubica la Puerta Cerrada. Se llama así, porque estuvo tapiada entre los siglos XV y XVIII. En aquellos tiempos, los piratas berberiscos asolaban con cierta frecuencia la costa gaditana, y esa puerta era la que miraba al mar, por lo que era la más vulnerable, dado que era la primera que se encontraban los saqueadores al llegar a Vejer. Por eso, estuvo muchos años clausurada.
En la actualidad, no muy lejos de la Puerta Cerrada hay otra abertura en el cercado, que es posterior, y que confunde a la gente, por lo que he visto en Internet, ya que muchos creen que ese vano es la propia Puerta Cerrada. No lo es. En realidad, se trata del Arco de Santa Catalina, que se abrió en el siglo XVIII para permitir un paso más fluido desde el centro hacía el sur de la ciudad. Por eso, no se suele considerar como una de las puertas históricas de la Muralla de Vejer.
Intramuros, el pueblo de Vejer de la Frontera está compuesto por un blanco dédalo de calles, que se conservan limpias, cuidadas y arregladas. Los puntos destacados concretos de ese bonito casco histórico están encabezados por la Iglesia del Divino Salvador, que se alza encajonada entre las casas de una manera peculiar, porque no es su cabecera la que da a una plaza un poco espaciosa, sino que es uno de sus laterales.
Dado que la cabecera da a una estrecha calle, parece que la puerta principal de la iglesia es la que se asoma a la Plaza del Santo Ángel, pero en teoría no lo es.
La Antigua Iglesia del Convento de las Monjas Concepcionistas también es un edificio notorio. Lo es, en parte, porque hoy día alberga un museo etnográfico, pero sobre todo llama la atención porque tiene cuatro arcos adosados a la cara exterior de su muro sur, que se levantaron para soportar la pared y la bóveda de la capilla mayor. Los mismos reciben el nombre de Arcos de las Monjas, y dan acceso al Barrio de la Judería, que está atravesado por la Calle Judería y se encuentra pegado a la Muralla.
Otro enclave representativo de Vejer es el Castillo, residencia histórica de los Duques de Medina Sidonia, que fueron los dueños y señores del pueblo desde la Edad Media hasta el siglo XIX. En origen, la fortaleza fue una construcción musulmana, erigida entre los siglos IX y X, que luego fue acondicionada por los Duques para convertirla en su morada. A lo largo del XIX y del XX, el Castillo cambió de manos varias de veces, y fue objeto de nuevas y profundas reformas, que provocaron que, hoy día, de época islámica solo podamos ver el arco de la puerta, que data del siglo XI.
El Castillo permanece casi oculto desde el exterior, tapado por un montón de casas, que están adosadas a sus muros. Ni siquiera la entrada musulmana original se ve, ya que se encuentra como en una especie de zaguán, que está situado tras una puerta que tiene una pinta normal.
Por fortuna, en el interior de la fortificación el Patio de Armas mantiene su estructura intacta. El mismo se ha modificado y ajardinado, pero en él se pueden apreciar sin problema las almenas, el adarve y los muros.
Otro edificio emblemático de Vejer es la Casa del Mayorazgo. Data del siglo XVI, y es llamativo por su pasado, pero también por su presente. Con respecto a este último, lo relevante es que la casona es privada, pero no se encuentra habitada por una sola persona, sino que se se ha transformado en una especie de corral de vecinos, vertebrado por dos patios adyacentes. Gracias a eso, está abierta, pero, con independencia de esa circunstancia, lo curioso es que los actuales inquilinos hacen vida en el inmueble con total naturalidad, hasta el punto de que yo vi a varios sentados en sus puertas, echando un rato de cerveza y de charla, como si las visitas no fueran con ellos. Sin embargo, están involucrados, porque son los que mantienen aquello precioso, sin esperar a cambio nada más que la voluntad del visitante.
Desde el segundo de los patios de la Casa del Mayorazgo, que es el de la foto superior, y que no da tan directamente a las viviendas de los vecinos, se puede subir a la Muralla, justo en el punto en el que se alza la Torre del Mayorazgo.
Aparte de las cuatro puertas citadas, la Muralla de Vejer conserva cuatro torres, incluida la del Mayorazgo. Desde sus almenas, se obtiene una bella panorámica del Río Barbate y del Estrecho de Gibraltar, pero además se puede ver la Plaza de España, ya que se asoma a ella.
La Plaza de España es el meollo actual de la villa de Vejer, como dije antes. En su centro, en una gran isleta, desde 1957 se sitúa la Fuente de los Pescaitos, rodeada de bancos y de palmeras. Todo el conjunto cerámico que adorna la fuente y los bancos procede de Triana.
Todo esto que he venido describiendo, con cierta brevedad, lo fuimos visitando con Jesús Pozuelo a lo largo de dos horas. En Vejer, su grupo guiado estuvo formado por ocho personas. Tengo que decir que, de las visitas que he hecho con Ispavilia, esta ha sido la que me ha gustado en mayor medida. En Sevilla, he realizado cuatro rutas, y ninguna me ha defraudado, pero en Vejer noté más la diferencia que hay, entre deambular solo por un pueblo desconocido, y hacer un recorrido con alguien que sabe y que te va explicando lo que vas viendo. Por mi parte, chapeau para Ispavilia y para Jesús.
Tras acabar, mi madre y yo decidimos almorzar como está mandado, y para ello regresamos a la Calle Corredera. Allí, nos sentamos en la terraza del Hakuna Tapas, un negocio que, por lo visto, solo lleva abierto desde marzo. No suelo poner fotos de platos, pero ahora voy a hacerlo, porque las dos tapas que degusté fueron una delicia. En primer lugar, pedí un Tartar de Atún de Almadraba. En esa zona de Cádiz, es casi un delito no tomar atún cuando se come. Esta vez, el pescado venía servido sobre un pan brioche tostado, untado con una emulsión de sésamo.
En segundo lugar, pedí Gambones al Ajillo y Manzanilla. Estaban servidos con chips de ajo. En vista del saborazo que tenía este plato, y también el otro, no he podido evitar ser tan detallista con lo que tomé.
Eso sí, si en La Corredera, por la mañana, no hubo manera de desayunar nada que no fuera un brunch, para almorzar no menguó el nivel de modernez. En efecto, todos los bares que vi tenían un toque cool, incluido el Hakuna Tapas, donde hay que perderle el miedo a soltar 12 euros por cada por plato. En este caso, no obstante, el dinero estuvo muy bien gastado.
En definitiva, en 2005 estuve en Vejer de la Frontera, pero no recordaba nada de lo que vi. Sabía, por referencias, que es uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Cádiz, de Andalucía, y de España, pero no tenía en la cabeza ni una sola imagen de sus calles, ni de sus edificios. Realmente, no sé en qué estaba pensando cuando fui hace 19 años. Pese a esto, me he desquitado, y ahora ya puedo decir, por mí mismo, que Vejer de la Frontera es una población que todo el mundo debería conocer.
Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado VEJER DE LA FRONTERA.
En 2005 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Cádiz: 64'3% (hoy día 78'6%).
En 2005 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Cádiz: 64'3% (hoy día 78'6%).
En 2005 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 23'3% (hoy día 36'3%).
Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado VEJER DE LA FRONTERA.
En 2005 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Cádiz: 31'8% (hoy día 59'1%).
En 2005 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 9'2% (hoy día 21'8%).
En 2005 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Cádiz: 31'8% (hoy día 59'1%).
En 2005 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 9'2% (hoy día 21'8%).
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