31 de julio de 2023

LLANES 2023 (VISITA DE JULIO)

La visita veraniega a Llanes no puede faltar. Es una tradición, que no he roto desde hace catorce años. De hecho, 2004 y 2008 son los dos únicos años en los que he dejado de ir a Asturias en julio y agosto, desde 1997. Ni siquiera este 2023, en el que he encontrado un buen número de trabas, he querido prescindir de pasar unos días allí, en la casa que mis padres se construyeron, en 2006, en aldea llanisca de La Galguera.


No me voy a alargar en exceso en este post, porque el presente verano está siendo el primero sin mi padre, y eso, en Llanes, se nota más que en ningún sitio. Pese a ello, lo hemos pasado bien en muchos momentos, y he cumplido con mis dos propósitos de cada estancia llanisca, por lo que quiero dedicarle unas palabras a esta. El primero de esos propósitos consiste en conocer algún núcleo nuevo de población, de los 71 que tiene el concejo (este año, tras visitar Pancar, me he vuelto a Sevilla con 26 explorados ya, de los cuales he hablado de 23 en el blog).


Mi segunda intención de cada año es pisar alguna playa desconocida, de las 53 que se reparten por la costa del concejo de Llanes (con las 3 nuevas de este verano, he estado en 23, y he hablado de 21 en En Ole Väsynyt). 


Aparte, estoy tratando de hacer un repaso de todas las fiestas populares que tienen lugar en el concejo llanisco, a lo largo del año. Ahí no aspiro a ser tan exhaustivo como con los pueblos y con las playas, pero ya he mencionado muchos festejos, y la cosa va quedando bastante completa. En ese sentido, la pasada semana vivimos, en primera persona, uno de los días de las Fiestas de la Magdalena, y pude sumar a la lista de celebraciones vividas, las correspondientes a esa jornada. También voy a hablar un poco de eso.


El caso es que este 2023, a pesar de que mi padre nos dejó en mayo, he querido pasar una pequeña parte de mis vacaciones estivales en su querida casa de La Galguera. He ido con las niñas, que no han faltado ningún verano, desde que nacieron, a la cita asturiana. En origen, mi plan era ir solo con ellas, ya que María no tiene días libres hasta agosto. Sin embargo, finalmente también ha venido mi madre, que no estaba claro que estuviera en condiciones emocionales de ir a Llanes el presente año. No obstante, tras darle unas cuantas vueltas, decidió acompañarnos. Eso no le ha evitado un buen número de momentos difíciles, pero, en contrapartida, le ha regalado ratos entrañables, por lo que pienso que el balance ha sido positivo. 

Con respecto a lo de las poblaciones, como he dicho, por el concejo de Llanes se reparten 71 núcleos habitados de diferente entidad. Este verano, la novedad ha sido que he ido a Pancar.


Pancar cuenta con 351 habitantes, según el último censo, y está muy cerca de la capital del concejo. Por eso, ha habido ya movimientos, por parte de los responsables concejiles, para que deje de ser considerado un núcleo rural y se convierta, formalmente, en un arrabal de Llanes. Ni que decir tiene, que los vecinos de Pancar se oponen a esto, y reclaman su derecho a mantener su independencia, dado que conservan sus tradiciones y muestran una cierta unidad. Realmente, yo pude ver que, hoy por hoy, el pueblo se encuentra separado lo suficiente, como para que se le considere una localidad autónoma.

Yo he pasado a la carrera por Pancar un buen puñado de veces. Hace años, encontré una ruta que me llevaba desde La Galguera hasta Llanes capital, en treinta minutos, y, por tanto, en ocasiones, cuando quiero rodar una hora, voy y vuelvo por ese recorrido, que me resulta muy ameno. El mismo atraviesa Pancar. En vista de eso, el otro día, aprovechando que ahora no estoy para correr una hora seguida, decidí que esa población podía ser la elegida, a la hora de visitar una nueva localidad. Lo que hice fue irme hasta allí, trotando media hora, y volverme andando, cruzando el pueblo y explorando, también, las partes por las que nunca había transitado. Lo que sí conocía está compuesto por un montón de casas unifamiliares con jardín, típicas de los núcleos residenciales de Llanes.


Lo que he descubierto, ahora, ha sido que Pancar parece estar dividida en cuatro sectores. La cuadrícula la crea la confluencia de dos grandes brechas: por una parte, la aldea está atravesada por la vía del tren, en sentido norte-sur, y, de manera más o menos transversal a ella, cruza la población la carretera local LL-7


En el sector noroeste de esa cuadrícula, que parece ser el más importante, destaca la Capilla de San Patricio, que está ubicada en una elevación. Se trata de la única ermita dedicada a ese santo que hay en España. Data de 1922, y se encuentra junto a una espectacular Encina Centenaria, que supera los 300 años.


En la porción noreste de la mencionada cuadrícula, hay una bolera de una entidad considerable, así como una pista deportiva con muy buena pinta. Sin embargo, además de la noroeste, es la zona sureste la otra que parece tener una mayor relevancia. En ambas es donde hay un mayor número de casas de corte tradicional, en hilera, lo que evidencia que ahí estaban los núcleos originales de la localidad. Junto a ese grupito de viviendas del sector sureste, es donde se abre un espacio, que hace las veces de plaza del pueblo. Junto a él, hay una fuente.

 
En definitiva, me pegué una buena vuelta por Pancar, que resultó ser una localidad eminentemente residencial, muy cuidada. Desde allí, me volví andando a casa, lo que me permitió pasar, una año más, por Soberrón, el pueblo vecino a La Galguera. Fue un bonito paseo, por un entorno que puede llegar a engañar, porque no está enfocado al turismo, sino que se encuentra habitado por gente de a pie, que vive su día a día al margen de los turistas. Otra cosa es que a los foráneos urbanitas nos guste integrarnos, de vez en cuando, en un ambiente campestre amable. En Asturias, tienen muy trabajado ese nicho de mercado del turismo rural, lo que hace que haya alojamientos por doquier, en muchas de las aldeas que se reparten por el territorio, en las cuales veranean multitud de visitantes. No obstante, la explotación turística de ese factor rústico, trae aparejado un lado oscuro, que queda retratado a la perfección en un cartel que, este 2023, he visto colocado en diversos puntos del concejo.


En Llanes, invitan con bastante clase a los urbanitas delicados, con menos dedos de frente de lo pertinente, a vivir sus experiencias rurales en otro sitio. Chapeu

Con respecto a las playas, en esta ocasión tuve fácil lo de conocer alguna nueva, porque Ana y Julia dieron tres clases de surf, como ya hicieran en 2019. Aquel año, contratamos el curso en Llanes Surf School, y la experiencia fue muy positiva, por lo que hemos repetido.



No obstante, este 2023 lo del surf ha sido algo distinto, porque en 2019 dos de los tres días de actividad se desarrollaron en las playas de Celorio, y solo uno en la Playa de Portiellu. Esta vez, en cambio, las tres jornadas hemos ido a esta última, que se encuentra mucho más aislada. Yo no hice surf, porque los deportes acuáticos no son lo mío, pero acompañé a las niñas, lo que me permitió explorar con sumo detenimiento el grupo de playas que acompañan a la de Portiellu, cosa que no pude hacer en  2019. En total, en ese apartado rincón de la costa llanisca hay cuatro arenales, que están comunicados, y que se abren en medio de los acantilados. 


De oeste a este, de esas cuatro playas, la primera es la Playa de San Martín, que es la más importante. Tanto, que a menudo a todas se las considera una sola, y esta es conocida con ese nombre. Realmente, se trata de un arenal imponente.


En su extremo occidental, la Playa de San Martín tiene una zona rocosa, muy chula, en la que se han formado pequeñas cuevas.



A continuación, está la Playa de Portiellu, que es donde se hace surf. Este arenal es más estrecho y profundo que el de San Martín. Con la marea baja, se convierte en otra impresionante playa.


En la Playa de Portiellu se encuentra la única escalera de acceso a todo el conjunto de playas. Más allá, las dos orientales tienen la particularidad de que se quedan completamente aisladas cuando hay marea alta.



En efecto, tras el saliente donde termina la Playa de Portiellu, está la Isla de Poo o Isla de La Almenada. Entre esta y el acantilado, se forma una barra de arena perpendicular a la costa. La parte de ella que mira hacia occidente es la Playa de La Isla, y la que da a oriente es la de La Almenada. La Playa de La Isla es la que se comunica con la de Portiellu, cuando la marea baja. Ni que decir tiene, que hay que tener cuidado para no quedar aislado en ella, cosa que tampoco parece tan complicado, dado que el paso no se queda despejado mucho rato. Esa inaccesibilidad hace que sea una playa prácticamente virgen.


La Playa de La Almenada, por su parte, es más pequeña, y también se queda aislada. Cuando yo fui no había nadie, por lo que disfruté de un rato de tranquilidad impagable.


La citada Isla de Poo, que es la que se ve al fondo, en la foto inmediatamente superior, es una especie de cúmulo rocoso, en el que solo hay pequeños matorrales. Cuando la marea está baja, es accesible desde la playa. Yo iba descalzo y no subí por donde se podía, pero sí descubrí que, a pesar del aspecto monolítico que presenta desde lejos, en realidad la isla se encuentra partida en dos. Parece que una parte se ha desgajado, y se ha creado una especie de pasillo de roca espectacular.


En definitiva, en esta ocasión mi propósito de conocer alguna playa nueva del concejo de
Llanes se convirtió en un entretenido rato de exploración, que me permitió profundizar en otro rincón de la costa asturiana.


Cambiando de tercio, mis veraneos en Llanes no serían los mismos, sin los homenajes culinarios que nos pegamos. Este año fue bastante prolífico en ese sentido. Seguramente, lo más destacado fue que probé los percebes en la Sidrería El Bodegón.


Los percebes son una delicatessen, que yo no había tenido el gusto de catar aún, dado lo que valen. El platito de la foto nos costó 12 euros, sin ir más lejos. Pese a esto, mereció la pena, puesto que me encantaron. El sabor a mar de ese molusco es delicioso.

A otro nivel, también cenamos una noche en la Sidrería La Casona, disfrutando del ambiente, ya que en la Plaza de la Magdalena, que está al lado, iba a tener lugar la Hoguera de la Magdalena. De ella hablaré más adelante. En esa ocasión, nos tomamos un tomate aliñao, unas buenas patatas bravas y una rica ración de parrochas (son como unas sardinas pequeñas, que se comen fritas).


La parada en la Heladería Revuelta y el aperitivo en el Café Bitácora tampoco faltaron, en diferentes días. De todas formas, fue el rato de la cerveza vespertina, en el Bluu Beach Cafe Bar, lo que se merece un comentario especial.


El Bluu Beach Cafe Bar es una especie de chiringuito, que solo abre en verano, y que está al final del Paseo de San Pedro, sobre la Playa de El Sablón. Nosotros fuimos un día, al caer la tarde, y tuvimos la suerte de pillar una de las mesas que se asoman al casco urbano de Llanes. La 1906 que me tomé, en ese maravilloso emplazamiento, me supo a gloria.

Con respecto al mencionado casco urbano de Llanes, estas vacaciones, aparte de ir a la peluquería, cosa cotidiana que nunca había hecho allí, y que me gustó, porque me permitió sumergirme, durante un rato, en un ambiente local muy auténtico (fui a la Peluquería Gustavo), también he conocido dos sitios más. Después de tantos años, es casi un milagro que sigan surgiendo lugares nuevos para visitar, en la capital concejil. Uno fue el edificio del Ayuntamiento, en el que no había entrado. No hay papeleo que por bien no venga.


La casa consistorial se construyó en 1862, y no es un edificio reaprovechado, sino que se erigió para albergar la alcaldía desde el principio. Dentro, me llamó la atención que el Salón de Plenos estuviera ubicado en el patio central, abierto y muy a la vista. 


El otro sitio que no conocía, y que vi por dentro, es la Capilla de San Roque. Está un poco oculta por los veladores del bar de enfrente, y flanqueada por edificios de viviendas, por lo que pasa totalmente desapercibida.


Aunque parezca mentira por su aspecto, la Capilla de San Roque data del siglo XIV, y es una de las edificaciones más antiguas de Llanes. En realidad, es lo único que queda en pie, de un hospital de peregrinos que se construyó en ese lugar, al final de la Edad Media. Dentro, está la imagen de San Roque, que es el patrón local.


Y ya para acabar, voy a hacer mención a la festividad popular que vivimos en esta ocasión. Se trata de las Fiestas de la Magdalena. El día grande de la celebración es el 22 de julio, pero la noche antes tiene lugar un evento de lo más particular, que fue lo que nosotros vimos. Se conoce como Hoguera de la Magdalena. Esta comenzó con un desfile, que se inició en la Calle Mayor. Lo encabezó la Banda de Gaitas El Llacín


El desfile congregó a mucho público. Me pareció interesante el contraste, con respecto a lo que vivimos en abril, durante la procesión de Semana Santa, que tuvo escasa repercusión.

El caso es que el desfile estuvo encabezado por las gaitas, y detrás vimos como marchaban un montón de llaniscos y de llaniscas, con sus trajes típicos. Por lo visto, iban a recoger la hoguera, que llevaba cortada una semana.

La hoguera no es más que un tronco, que se transporta por los lugareños de cada aldea, y que se planta en algún prado de la localidad. Este año, yo vi, por ejemplo, la imponente hoguera de Pancar.


Conseguir clavar un palo de esas dimensiones en el suelo no es fácil. Presenciar como lo hacen es un espectáculo. Yo lo he visto otros años, en San Roque del Acebal y en Villahormes, pero lo que no sabía, es que la hoguera de la capital del concejo es diferente. Esta no la plantan en el suelo. Allí, con el tronco hacen una verdadera hoguera. Una fogata, vamos. De hecho, cierran la Plaza de la Magdalena, y habilitan en ella el lugar para hacer el gran fuego.


El público, tras ver como se inicia el desfile, lo que hace es esperar a que regresen los llaniscos con la hoguera, es decir, con el gran tronco. Tardan un buen rato. Tanto, que a nosotros nos dio tiempo a cenar en la Sidrería El Bodegón. Al final, llega un momento en el que aparecen los mozos, cargando el enorme palo sobre sus hombros. 


Hasta ahí, todo normal. La novedad de la capital del concejo estriba en el hecho de que, en ese momento, en vez de ponerse a clavarlo en la tierra, lo que hacen es sacar una motosierra, partir el tronco en trozos, y prenderle fuego a la madera. 


Todo se hace en medio de una gran algarabía, y sin que falte la música. No deja de ser una fiesta. Después, la gente se dispersa, porque, realmente, el día grande es el siguiente. Nosotros, a la segunda jornada de los festejos ya no acudimos.

En definitiva, nuestras vacaciones llaniscas de este año fueron raras. Más de lo que he reflejado aquí, dado que en En Ole Väsynyt solo hablo de lo bueno. No significa eso que hubiera momentos muy malos, pero sí es cierto que la semana en Llanes del presente verano ha tenido un puntillo agridulce. No obstante, como se puede comprobar, lo hemos peleado para que los ratos agradables acabaran imponiéndose. Ha habido tantos, que al final el post no me ha quedado precisamente breve...

No quiero acabar sin comentar, aunque no tenga que ver con Llanes, que a la ida a Asturias dormimos en el Parador de Gredos, y a la vuelta hicimos lo propio en el Parador de Tordesillas. Lo digo, porque también llevo la cuenta de todos los establecimientos de la red de Paradores de Turismo en los que he tenido la suerte de pernoctar. En relación con esto, tengo que decir que lo he hecho ya en 24 de los 98 hoteles que tiene esa cadena. Con esto, actualizo la cifra de paradores que conozco, porque el número de ellos en los que he pasado noche lo tengo que elevar, con respecto a lo que he venido diciendo en otros post. En efecto, hasta ahora creía que llevaba 22, por lo que el de Gredos sería el 23 (en el de Tordesillas ya había estado). Sin embargo, me estaba dejando atrás el de Puebla de Sanabria, por lo que, en realidad, he dormido en 24 (en Tordesillas, en Soria y en Salamanca lo he hecho dos veces, y en Zafra tres). Del de Gredos quiero poner una foto, aunque no sea el objeto de este post, dada la pinta de Overlook Hotel que se gasta. 


También quiero comentar dos particularidades suyas. Una es que se trata del parador primigenio, es decir, el primero que se abrió, allá por 1928. La otra es que, en 1978, en él se reunieron los siete Padres de la Constitución, para redactar y consensuar el texto constitucional que sigue vigente en España. La sala donde se juntaron esos días no está igual, pero me gustó verla. Allí han colocado una placa conmemorativa, para que no caiga en el olvido la relevancia que tuvo el lugar.


Como he venido diciendo, la estancia en Llanes de este verano de 2023 ha tenido momentos algo oscuros. Sin embargo, no nos hemos dejado vencer por el desánimo, y hemos hecho un montón de cosas. La vida sigue, y no se pueden desaprovechar las oportunidades de disfrutar de ella, todo lo posible. 



Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado LLANES.
En 1997 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en Asturias: 13'3% (hoy día 60%).
En 1997 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 11'8% (hoy día 36%).


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