31 de agosto de 2022

PUNTA UMBRÍA 2022

En el año 2020 me pegué todo el confinamiento y el principio de la desescalada diciendo que, en cuanto me dejaran, iba a ir a pasar un día a Punta Umbría. No se por qué, pero estando encerrado ese fue el paraíso al que me apeteció ir. Seguramente, fue por la sensación de amplitud espacial que me transmite la Playa de Punta Umbría.


Ni que decir tiene que, en cuanto pudimos salir de nuestra provincia, fui a echarle un ojo al mar desde el litoral de Punta Umbría, como tenía previsto. En aquella ocasión estuvimos en junio y acabamos durmiendo una noche en el pueblo. Esta vez hemos pasado allí una semana, en pleno mes de agosto. Ha sido, por tanto, temporada muy alta, pero eso no ha impedido que hayamos disfrutado de la Playa de Punta Umbría en todo su esplendor.


Para mí, lo bueno que tiene la Playa de Punta Umbría es que es urbana. No lo parece, pero el inmenso arenal de las fotos da a una zona urbanizada. Lo que pasa es que en el pueblo, que tiene unos 15.000 habitantes, aunque hay pisos, son pocos, están espaciados y se encuentran separados de la costa. 


En efecto, Punta Umbría es un lugar turístico, pero está muy bien montado. De hecho, tiene una amplia zona de hoteles, pero esta se encuentra a la entrada de la población, como escondida. Estas vacaciones la he visto un par de veces mientras corría, y, realmente, en ella lo que hay son muchos turistas todoincluido, pero, como digo, los hoteles están correctamente integrados en el entorno y no condicionan, ni el ambiente del pueblo, ni el de la playa.

El caso es que este verano hemos viajado bastante, pero nos faltaba echar unos días de playa y los hemos dejado para el final. Por una vez, hicimos las cosas con tiempo y cerramos la estancia de una semana en el Albergue Inturjoven Punta Umbría en enero. Ya he hablado en otros posts de los albergues juveniles de Andalucía donde he estado. Han sido varios y se que están muy bien. Por ello, como en esta ocasión nos movilizamos pronto, aún había plazas disponibles para agosto en el de Punta Umbría, por lo que vimos la oportunidad, no lo dudamos y fijamos el plan.


En consecuencia, la postrera semana de asueto estival de este 2022 la he pasado gozando de un plan playero con mi familia política. Por supuesto, no es la primera vez que paso parte de mis vacaciones con ellos. En realidad, lo hago desde hace años, aunque la costumbre se ha visto interrumpida por la pandemia. En efecto, en este blog ya han quedado reflejados los planes que hicimos desde 2016 a 2018. Al de 2019 yo no pude ir, por motivos laborales, y luego se nos chafaron los de 2020 y 2021 por el impacto del virus, pero este verano hemos vuelto a las andadas. Para recordar como son las vacaciones con mi suegra y mis cuñadas, puedo decir que se basan en buscar el frescor del agua, a ser posible del mar, pero si no de una piscina, comer y descansar. Lo de moverse menos que los ojos de Espinete yo es lo que peor solía llevar, pero he aprendido a adaptarme, manteniendo un mínimo de independencia, y disfrutando de lo de comer y descansar, que a nadie le amarga un dulce. Por otro lado, María, que a la hora de divertirse no se parece demasiado a sus hermanas y a su madre, últimamente tiende a involucrarse en la organización del plan, para tener voz y voto a la hora de elegir adonde vamos. Por tanto, no ha sido casualidad que este mes de agosto hayamos acabado en un lugar como el Albergue Inturjoven Punta Umbría, que está en un emplazamiento mínimamente céntrico y accesible, en el que nos lo daban casi todo hecho, factores que acaban favoreciendo la movilidad. Asimismo, este año me he encontrado conque mi familia política estaba con más ganas de acción que de costumbre. No es que se hayan convertido en Jesús Calleja, pero dándoles un lapso de tiempo suficientemente amplio (una semana), preparando el terreno y poniéndoles los planes en bandeja, lo cierto es que hemos conseguido llevar a cabo un par de actividades de corte explorador. Buscando yo algunos huecos aparte, resulta que, al final, además de descansar mucho, de explotar la playa a tope y de pegarme un buen número de buenas comilonas, he tenido la oportunidad conocer bien Punta Umbría.


Con respecto al Albergue Inturjoven Punta Umbría, el mismo tiene varias cosas buenas. Realmente, es un alojamiento modesto, pero está bastante nuevo y limpio. Además, sus zonas comunes son muy agradables, tanto de día como de noche.


En general, coincide con los otros establecimientos de la sección andaluza de la Red Española de Albergues Juveniles, en que es muy barato para lo que ofrece, que es una habitación cuádruple que limpiaban cada mañana, con media pensión incluida. Además, el Albergue Inturjoven Punta Umbría ofrece un valor añadido extra, y es que no es que esté cerca de la playa, es que está en la playa. La comodidad de tener nuestro cuartel general al borde de uno de los mejores arenales que uno pueda ver fue un lujo impagable.


Desde el punto de vista playero, por tanto, la cosa prometía, pero, aparte, como he dicho, esta vez he tenido la oportunidad de explorar con más detalle Punta Umbría. Yo lo conocía, pero me quedaban cosas por ver. Ahora ya no son tantas, porque me he pateado bien las calles de su centro, incluida la Calle Ancha, que es la principal arteria del pueblo. La misma la recorrí desde su inicio, en las inmediaciones de la Torre Umbría, hasta la Plaza 26 de Abril de 1963.



El meollo de Punta Umbría no es demasiado antiguo, dada lo corta que es la historia del municipio. Su centro tiene la pinta típica de los pueblos andaluces desarrollados en el siglo XX.


Aun así, Punta Umbría presenta una particularidad, y es que tiene calles cuyo suelo es de arena. Aunque parezca raro, la de la foto que he puesto abajo, llamada Calle Palos de la Frontera, es bastante céntrica.


El secreto de la extraordinaria idiosincrasia de Punta Umbría es que su casco urbano está ubicado en una lengua de arena, que queda entre el Océano Atlántico y la Ría de Punta Umbría


Mirando a la ría, el pueblo tiene un paseo marítimo, dividido en varios trozos, pero en la vertiente de la Playa de Punta Umbría lo que hay es una hilera de casas unifamiliares, construidas dando a la arena, por un lado, y a la Avenida del Océano por el otro. Esta calle es la que aparece en la foto inferior.


Precisamente, el Albergue Inturjoven Punta Umbría está en esa hilera de construcciones que quedan entre la Avenida del Océano y la playa. Las mismas no creo que cumplan la ley de costas, pero lo cierto es que son bajas, por lo que no estropean el entorno.

Por otro lado, en Punta Umbría no había visitado ningún enclave concreto, pero en esta ocasión investigué un pelín y pude entrar en los dos principales lugares de interés que tiene la localidad. Son la Torre Umbría y la Casa de los Ingleses. Conociéndolos, puede uno dibujar, sin problema, la corta historia puntaumbrieña. La misma comienza a finales del siglo XIX, cuando lo que había en el sitio donde hoy se asienta el pueblo no era más que un poblado de pescadores, dependiente de Cartaya, que estaba ubicado en soledad, entre pinos y arena. Entonces, la única construcción estable que acompañaba a las chozas de los pescadores era una torre, erigida en el siglo XVII, en tiempos de Felipe IV, que se enmarcó en un proyecto acometido en esa época. Este buscaba defender el litoral de los piratas berberiscos. En el anterior post hablé de los torreones equivalentes que se edificaron en la costa de Málaga durante el reinado de Carlos III. Las onubenses son un poco anteriores, pero su objetivo era similar.


El caso es que, en 1873, en la lengua de tierra comprendida entre el mar y la ría solo había pinos, arena, una veintena de chozas, que los pescadores usaban de manera estacional, y un torreón de vigilancia, pero ese año el devenir de la zona, así como el de toda la provincia de Huelva, se vio alterado por la venta de las Minas de Riotinto a la compañía Rio Tinto Company Limited. Esta provocó el desembarco, en el sudoeste de la Península Ibérica, de un montón de ingleses. El impacto de estos se hizo notar principalmente en la comarca minera y en Huelva capital. No obstante, pasado un tiempo, el destino de los terrenos en los que hoy se asienta Punta Umbría quedó igualmente marcado por la presencia inglesa, aunque el mérito del descubrimiento de aquel cercano paraíso hay que atribuírselo más bien a dos teutones. En efecto, en 1864, un alemán de mente preclara, llamado Wilhelm Sundheim, se había instalado en Huelva, previendo que su sierra era una mina, tanto en el sentido literal de la palabra, como en el figurado. Poco después, Sundheim había posibilitado que los empresarios ingleses que acabaron comprando las minas de la Cuenca Minera, se fijaran en ellas. Por lo que respecta a Punta Umbría, el papel de Sundheim no fue menos relevante, porque resulta que el alemán, siguiendo los pasos de otro compatriota suyo, llamado Karl Moncke, que se había hecho una cabaña allí, se construyó cerca la suya propia. En un primer momento, los bungalows de Moncke y Sundheim, ubicados en los alrededores de la torre almenara, fueron los únicos, pero pronto este último debió pensar que lo que era bueno para él también lo iba a ser para los ingleses instalados en Huelva. Por eso, una vez que ya estaba acomodado en su paraíso particular, el avispado alemán abrió la puerta para que la Rio Tinto Company levantase unas cuantas viviendas de veraneo junto a la suya. Estas se empezaron en 1883, pero fue en 1896 cuando una real orden otorgó a la compañía minera el permiso para montar un asentamiento más estructurado, pensado para que sus empleados (los directivos ingleses, no los mineros) se establecieran en él en determinados periodos, para curarse de sus achaques. Con esa idea, se edificaron doce nuevos bungalows, junto a los de Sundheim y Moncke, que fueron utilizados por el staff de la Rio Tinto Company y por sus familias, para ir a respirar aire puro y para aprovechar las propiedades regeneradoras del agua de mar. En total, se erigieron catorce casas en los alrededores de la Torre Umbría, que es desde donde se tomó esta foto.


Con todo, en los albores del siglo XX las actividades en la zona eran muy reducidas y tenían un marcado carácter estacional veraniego, tanto por parte de los pescadores, como por parte de los ingleses. Durante el año completo solo permanecía, en el entorno de la torre, una partida de carabineros con sus familias, encargada del control del contrabando, que subsistía de la pesca y de pequeños huertos. Sin embargo, según avanzaban las décadas, cada vez fue desarrollándose más el núcleo primigenio. En un principio, los ingleses eran los únicos que iban sus bungalows a recuperarse de los efectos nocivos del aire sulfuroso existente en el entorno de las minas, pero pronto se corrió la voz de lo bien que se estaba en ese rincón de la costa onubense, por lo que fue aumentando la llegada de personas. Fueron, así, proliferando las casas particulares y, ya después, incluso los hoteles. Además, las costumbres vacacionales de los extranjeros prendieron en la sociedad española, de manera que empezaron a dejarse ver por allí, en época estival, onubenses y también otros andaluces de buena posición. Como consecuencia, en la primera mitad del siglo XX el pueblo de Punta Umbría creció a un ritmo vertiginoso, entorno a esas viviendas y a esos hoteles, hasta el punto de que el asentamiento se independizó de Cartaya en 1963.

Esta historia la verdad es que a mí me parece flipante. La única pega es que de ella no queda ningún vestigio, ya que las efímeras casas primigenias sucumbieron por completo al paso del tiempo. La Casa de los Ingleses que hoy día ejerce de museo es una réplica, que se proyectó a imagen y semejanza de dos viviendas, la número trece y la catorce, que se erigieron en 1917, y que fueron las que completaron el complejo inglés asociado a las minas y a sus empleados. Se ha construido en un parque que se mantiene como debió ser toda la zona a principios del siglo XX. No obstante, data de 2002 y fue abierta como museo en 2006.


Para diseñar la casa se siguieron las pautas constructivas originales, como, por ejemplo, la edificación del suelo sobre pilotes, para dificultar la entrada de la arena en las habitaciones. Con respecto al museo, se trata de un centro de interpretación que pretende ahondar en el legado británico de la provincia de Huelva. La vivienda en sí es un reflejo de esa herencia. En sus estancias se recrean las actividades y las costumbres de los miembros de la Rio Tinto Company durante sus veraneos en Punta Umbría.


Nuestro recorrido por la Casa de los Ingleses fue conducido por un guía, llamado José Luis, que resultó ser un fenómeno. Efectivamente, no solo era buen comunicador, sino que además era enérgico y estaba bien informado. Por otro lado, era un tío de la zona y, más que un simple guía, me pareció que era el técnico responsable de la gestión turística del municipio, por lo que dio la sensación, en todo momento, de que controlaba el fondo y la forma de lo que estaba haciendo. Él fue el que nos enseñó la vivienda y también la torre almenara, que fue lo otro que vimos. En efecto, el día anterior al de la visita a la casa-museo habíamos estado conociendo la Torre Umbría. La misma mide casi 15 metros de altura y está compuesta por dos plantas, que se encuentran unidas por una escalera de caracol. Esta se halla inserta dentro del grueso muro de la construcción.



Resulta curioso que la puerta de la torre está a cinco metros del suelo de la calle. Se trata, como es lógico, de una medida defensiva, ya que la altura de la entrada dificultaba el asalto a la edificación.


Además, la elevación del suelo de la torre posibilitaba la existencia de un aljibe bajo la primera planta. Por otro lado, desde el segundo piso se puede acceder a la azotea, desde donde hay unas bonitas vistas de los tejados de Punta Umbría.



En la actualidad, la Torre Umbría está alejada de la primera línea de costa y ha quedado inserta en el casco urbano de Punta Umbría. En su interior también se ha montado un centro de interpretación, en el que se explica la historia de la fortaleza y la importancia que ha tenido en el desarrollo de la localidad.

Como anécdota, no puedo dejar de comentar que, mientras estábamos en la Casa de los Ingleses, entró en ella José Luis Gómez. Puede que por el nombre, este actor no sea muy conocido, pero la verdad es que su filmografía es impresionante. En efecto, ha salido en películas de Carlos Saura, Gonzalo Suárez, Pilar Miró o Pedro Almodóvar. Además, su trayectoria en el teatro es igualmente rica y exitosa, actuando y dirigiendo. Por ello, supongo que se ha prodigado menos en el cine, y nada en la televisión, pero lo cierto es que ganó el premio a la mejor interpretación masculina, en 1975, en el Festival de Cannes, y ha sido nominado a los Premios Goya tres veces, como mejor actor de reparto. También ganó el prestigioso Premio Nacional de Teatro en 1988. El hombre es onubense y tiene 82 años. Yo no se que hacía, a su edad y siendo de Huelva, yendo a visitar la Casa de los Ingleses, pero allí estaba.

En otro orden de cosas, hay que decir que, a pesar de las dos visitas que llevamos a cabo y de los paseos, la verdad es que la mayor parte del tiempo de este periodo de las vacaciones lo pasamos en la Playa de Punta Umbría. Fue una semana de sol y de mar. Me pegué unos cuantos baños diarios, jugué a las palas, corrí por la playa y hasta practiqué paddle surf, por primera vez en mi vida.


También me di un buen número de paseos por la arena. Otra atractivo plan que tuvimos tiempo de hacer fue el de llegar paseando por ella hasta el Espigón donde termina la Playa de Punta Umbría.




Luego, desde allí recorrimos toda la punta en la que acaba la península sobre la que se asienta Punta Umbría. En 2020 había llegado hasta el final de la zona urbanizada, pero entre ese lugar y el borde mismo del agua hay un trecho de tierra sin construir, que en esta ocasión sí bordeamos.


Por último, por lo que respecta a los homenajes culinarios que nos dimos, esta vez teníamos media pensión, por lo que desayunamos y comimos en el Albergue a diario, salvo el último día, que almorzamos en el Chiringuito Oliver. Para las cenas, lo que hicimos fue comprar las viandas en un supermercado y comérnoslas en las instalaciones del Albergue, aprovechando que había muchas mesas y un microondas a disposición del que quisiera usarlo. Solamente salimos a cenar fuera una noche. Lo hicimos en el Restaurante El Gallo Negro.

En definitiva, esta última fase de las vacaciones salió muy bien. Descansamos mucho, echamos unos días en un buen ambiente, y, en general, disfrutamos de una experiencia sobresaliente en todos los sentidos.



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado PUNTA UMBRÍA.
En 1996 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Huelva: 5%  (hoy día, confirmada ya esta visita en 2007, 30'4%).
En 1996 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 2'5% (hoy día, confirmada ya esta visita en 2007, 21'3%).


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