28 de junio de 2024

VEJER DE LA FRONTERA 2024

Ispavilia es una empresa que combina el ocio cultural y el turismo, organizando rutas guiadas por Sevilla desde 2013. Durante muchos años, Jesús Pozuelo, que es su alma mater, se limitó a idear recorridos por la capital hispalense, en los que hacía gala de sus vastos conocimientos culturales y artísticos, así como de sus dotes de comunicador. Sin embargo, con el tiempo, el radio de acción de Ispavilia se amplió a diversos lugares de las provincias de Cádiz y de Huelva, y últimamente Jesús se ha desatado, y está montando viajes organizados, en los que replica su modus operandi habitual, pero a mayor escala. Yo no soy nada aficionado a viajar en grupo, pero en diciembre, por diversas circunstancias, superé mis prejuicios y me animé a hacerlo con Ispavilia. Fuimos a Madrid, y la experiencia me encantó. El mes que viene, daré un paso más y me dejaré llevar por Grecia, pero antes he ido a Vejer de la Frontera, a echar una mañana aprendiendo cosas, en una de las rutas gaditanas de las que hablaba arriba. 


Vejer de la Frontera es un pueblo blanco, que se desparrama por un prominente monte, el cual está situado apenas a 8 kilómetros del litoral atlántico. Dada su cercanía al mar, no se trata de una localidad de sierra, pero tampoco es apta para el turismo de playa, porque se encuentra más lejos de la costa de lo que toleran la mayoría de los aficionados a las jornadas de sol, olas y arena. Por tanto, en apariencia, Vejer se halla en tierra de nadie, pero, pese a esto, lo cierto es que ha sabido hacerse notar de una manera admirable, por lo que se llena de visitantes. El secreto de su éxito radica en que es una población repleta de rincones de gran belleza, que se han sabido cuidar y poner en valor. 


Yo estuve por primera vez en Vejer en 2005, pero se ve que anduve por el pueblo un tanto distraído, porque no recordaba nada. El pasado domingo regresé con Ispavilia, y ahora ya puedo corroborar que es una de las localidades más pintorescas que hay en España.


El caso es que Jesús nos citó en Vejer de la Frontera a las 11'30. Yo iba con mi madre desde Sevilla, y como salimos con tiempo y no hubo percances, logramos llegar un poco antes de la hora marcada. En vista de eso, decidimos buscar un sitio donde echar un cafelito y una tostada. La empresa parecía fácil, pero no lo fue tanto. El problema fue doble. En primer lugar, nos metimos directamente en la zona atractiva del pueblo, por lo que se complicó la opción de desayunar en un bar normal y corriente. Supongo que en Vejer es posible tomar una media mañana de andar por casa en otros barrios, pero en los alrededores de la Calle Corredera solo estaba abierto un negocio de los que sirven brunchs


No entraba en nuestros planes tomar huevos benedictinos, ni tortitas, y además el sitio estaba abarrotado, por lo que nos adentramos en el centro buscando una alternativa. La encontramos en una cafetería que tenía un aspecto más normal, pero en la que nos topamos con el segundo problema, que fue que no se despachaban desayunos a partir de las 11'00. Eran las 11'05, y allí habían comenzado con los aperitivos. En Andalucía occidental, por la mañana se sirven tostadas hasta mediodía. No lo digo yo, es así. Lo de rebajar la hora límite solo tiene una explicación, y es que el negocio en cuestión, aparte de ser un tanto sacacuartos, está enfocado al turismo foráneo. En este caso, la camarera que nos atendió, y que nos dijo al principio, con un marcado acento de Cádiz, que no nos podía poner tostadas a esa hora, parece que sintió un pelín de vergüenza y regresó al poco, para avisarnos, por lo bajini, de que nos iba a servir dos medias tostadas a nosotros. Supongo que teníamos pinta de casi paisanos. Se lo agradecí mucho. 

Luego, resultó que el lugar donde desayunamos es especial. Se llama Gran Taberna de la Plazuela, y pertenece al Hotel Convento de San Francisco. Este se encuentra ubicado en una parte del Antiguo Convento de San Francisco, y en su día fue la primera hospedería del pueblo.



El convento está irreconocible en la actualidad, pero tuvo su punto simbólico lo de empezar nuestra mañana de turismo en un edificio emblemático. Precisamente, en el ensanchamiento que tiene delante, que se denomina La Plazuela, fue donde arrancó la ruta con Jesús Pozuelo. Nuestra toma de contacto con Vejer me había hecho temer que nos íbamos a encontrar con un pueblo-decorado montado para guiris. Por suerte, tras el recorrido con Ispavilia, me he quedado con la impresión de que la locura turística no se ha ido de madre en ese precioso rincón de Andalucía.

No voy a tratar de reproducir en este post todo lo que Jesús nos contó sobre Vejer de la Frontera. Es imposible. Tan solo voy a presentar el municipio, después voy a resumir el contexto en el que se desarrolló el pueblo, y, por último, voy a relatar de manera sucinta las cosas concretas que vimos.

Vejer de la Frontera cuenta con unos 12.600 habitantes. De ellos, 9.000 pueblan la homónima capital municipal. Los demás, viven dispersos en multitud de pequeños núcleos de población. El mayor de estos, y el más famoso, es El Palmar, que ronda los 700 vecinos censados. El Palmar es el más célebre, porque ocupa la estrecha franja del municipio que se abre al Océano Atlántico. En este artículo no voy a hablar de ese trozo de costa, que está ocupado por la maravillosa Playa de El Palmar, porque esta vez no nos arrimamos al mar.  

No obstante, tengo que resaltar que el océano sí lo vi a lo lejos. Incluso, pude contemplar la costa de África. Resulta impresionante lo cerca que está Marruecos de España


En la imagen que pongo arriba, se distingue perfectamente, al fondo, el litoral marroquí. Más cerca, todavía en suelo español, se aprecia bien la Sierra de la Plata, y, a sus pies, la espectacular Playa de Zahara.

Pese a lo enamorado que estoy de esa parte del litoral de Cádiz, esta vez el mar solo lo vi de lejos, por lo que me voy a centrar en el pueblo de Vejer, que se sitúa encima de un promontorio que domina todo su entorno. 


Como es lógico, ese monte estuvo habitado desde el Paleolítico, pero fue durante los cinco siglos y medio en los que la población estuvo integrada en Al-Ándalus, cuando se conformó la fisonomía urbana que aún hoy la define. 



En 1285, Vejer pasó definitivamente a manos cristianas, y en 1307 se incorporó a las posesiones de la Casa de Medina Sidonia. Durante un puñado de siglos, esta estirpe nobiliaria tuvo mucho que decir en el pueblo y en su entorno. Ya en el XIX, las desamortizaciones y los acontecimientos políticos repercutieron en la titularidad de las propiedades, pero, a nivel urbanístico, lo relevante es que nunca se modificó en la población el entramado que se había gestado a principios de la Edad Media. Gracias a eso, Vejer de la Frontera está conformado por un conjunto de blancas y angostas calles, que serpentean por la montaña, y que son las responsables de que sea una de las localidades más bellas de España.




Así pues, en época islámica quedó fijado el tejido urbano de Vejer, que se adaptó a la irregular orografía de la elevación donde estaba. Sus calles se enmarcaron por una muralla, y quedó constituido un recinto fortificado de unas 4 hectáreas, con forma de polígono irregular de seis lados, comunicado con el exterior a través de cuatro puertas, que se conservan en su estado primitivo. 

No me gusta coger imágenes o fotos de otras páginas, sobre todo si son originales de sus autores, pero en este caso me voy a tomar la libertad de poner un mapa, enlazando el blog en el que está, que se titula Torres, Castillos y Fortalezas, y diciendo que su autor es Rafael Lara. Lo voy a hacer, porque el plano es una maravilla, e ilustra a la perfección lo que voy a contar.


En el mapa, se pueden ver las cuatro puertas de la Muralla de Vejer. La que da al norte se denomina Puerta de la Segur. Hasta el siglo XVII, se la llamó Puerta de la Villa, ya que era la principal del recinto amurallado.


En el sentido de las agujas del reloj, la siguiente apertura de la Muralla es la Puerta de Sancho IV, que está situada prácticamente en el punto donde el lienzo norte de la cerca se une con el este.


La actual Puerta de la Villa da al este. Antaño, desembocaba en una explanada, donde hoy día se sitúa la Plaza de España, que ejerce de corazón del pueblo.


Por último, en el extremo sur de la Muralla se ubica la Puerta Cerrada. Se llama así, porque estuvo tapiada entre los siglos XV y XVIII. En aquellos tiempos, los piratas berberiscos asolaban con cierta frecuencia la costa gaditana, y esa puerta era la que miraba al mar, por lo que era la más vulnerable, dado que era la primera que se encontraban los saqueadores al llegar a Vejer. Por eso, estuvo muchos años clausurada.


En la actualidad, no muy lejos de la Puerta Cerrada hay otra abertura en el cercado, que es posterior, y que confunde a la gente, por lo que he visto en Internet, ya que muchos creen que ese vano es la propia Puerta Cerrada. No lo es. En realidad, se trata del Arco de Santa Catalina, que se abrió en el siglo XVIII para permitir un paso más fluido desde el centro hacía el sur de la ciudad. Por eso, no se suele considerar como una de las puertas históricas de la Muralla de Vejer.


Intramuros, el pueblo de Vejer de la Frontera está compuesto por un blanco dédalo de calles, que se conservan limpias, cuidadas y arregladas. Los puntos destacados concretos de ese bonito casco histórico están encabezados por la Iglesia del Divino Salvador, que se alza encajonada entre las casas de una manera peculiar, porque no es su cabecera la que da a una plaza un poco espaciosa, sino que es uno de sus laterales.


Dado que la cabecera da a una estrecha calle, parece que la puerta principal de la iglesia es la que se asoma a la Plaza del Santo Ángel, pero en teoría no lo es.

La Antigua Iglesia del Convento de las Monjas Concepcionistas también es un edificio notorio. Lo es, en parte, porque hoy día alberga un museo etnográfico, pero sobre todo llama la atención porque tiene cuatro arcos adosados a la cara exterior de su muro sur, que se levantaron para soportar la pared y la bóveda de la capilla mayor. Los mismos reciben el nombre de Arcos de las Monjas, y dan acceso al Barrio de la Judería, que está atravesado por la Calle Judería y se encuentra pegado a la Muralla.


Otro enclave representativo de Vejer es el Castillo, residencia histórica de los Duques de Medina Sidonia, que fueron los dueños y señores del pueblo desde la Edad Media hasta el siglo XIX. En origen, la fortaleza fue una construcción musulmana, erigida entre los siglos IX y X, que luego fue acondicionada por los Duques para convertirla en su morada. A lo largo del XIX y del XX, el Castillo cambió de manos varias de veces, y fue objeto de nuevas y profundas reformas, que provocaron que, hoy día, de época islámica solo podamos ver el arco de la puerta, que data del siglo XI.


El Castillo permanece casi oculto desde el exterior, tapado por un montón de casas, que están adosadas a sus muros. Ni siquiera la entrada musulmana original se ve, ya que se encuentra como en una especie de zaguán, que está situado tras una puerta que tiene una pinta normal. 


Por fortuna, en el interior de la fortificación el Patio de Armas mantiene su estructura intacta. El mismo se ha modificado y ajardinado, pero en él se pueden apreciar sin problema las almenas, el adarve y los muros.


Otro edificio emblemático de Vejer es la Casa del Mayorazgo. Data del siglo XVI, y es llamativo por su pasado, pero también por su presente. Con respecto a este último, lo relevante es que la casona es privada, pero no se encuentra habitada por una sola persona, sino que se se ha transformado en una especie de corral de vecinos, vertebrado por dos patios adyacentes. Gracias a eso, está abierta, pero, con independencia de esa circunstancia, lo curioso es que los actuales inquilinos hacen vida en el inmueble con total naturalidad, hasta el punto de que yo vi a varios sentados en sus puertas, echando un rato de cerveza y de charla, como si las visitas no fueran con ellos. Sin embargo, están involucrados, porque son los que mantienen aquello precioso, sin esperar a cambio nada más que la voluntad del visitante. 


Desde el segundo de los patios de la Casa del Mayorazgo, que es el de la foto superior, y que no da tan directamente a las viviendas de los vecinos, se puede subir a la Muralla, justo en el punto en el que se alza la Torre del Mayorazgo.


Aparte de las cuatro puertas citadas, la Muralla de Vejer conserva cuatro torres, incluida la del Mayorazgo. Desde sus almenas, se obtiene una bella panorámica del Río Barbate y del Estrecho de Gibraltar, pero además se puede ver la Plaza de España, ya que se asoma a ella.



La Plaza de España es el meollo actual de la villa de Vejer, como dije antes. En su centro, en una gran isleta, desde 1957 se sitúa la Fuente de los Pescaitos, rodeada de bancos y de palmeras. Todo el conjunto cerámico que adorna la fuente y los bancos procede de Triana.




Todo esto que he venido describiendo, con cierta brevedad, lo fuimos visitando con Jesús Pozuelo a lo largo de dos horas. En Vejer, su grupo guiado estuvo formado por ocho personas. Tengo que decir que, de las visitas que he hecho con Ispavilia, esta ha sido la que me ha gustado en mayor medida. En Sevilla, he realizado cuatro rutas, y ninguna me ha defraudado, pero en Vejer noté más la diferencia que hay, entre deambular solo por un pueblo desconocido, y hacer un recorrido con alguien que sabe y que te va explicando lo que vas viendo. Por mi parte, chapeau para Ispavilia y para Jesús.

Tras acabar, mi madre y yo decidimos almorzar como está mandado, y para ello regresamos a la Calle Corredera. Allí, nos sentamos en la terraza del Hakuna Tapas, un negocio que, por lo visto, solo lleva abierto desde marzo. No suelo poner fotos de platos, pero ahora voy a hacerlo, porque las dos tapas que degusté fueron una delicia. En primer lugar, pedí un Tartar de Atún de Almadraba. En esa zona de Cádiz, es casi un delito no tomar atún cuando se come. Esta vez, el pescado venía servido sobre un pan brioche tostado, untado con una emulsión de sésamo. 


En segundo lugar, pedí Gambones al Ajillo y Manzanilla. Estaban servidos con chips de ajo. En vista del saborazo que tenía este plato, y también el otro, no he podido evitar ser tan detallista con lo que tomé. 


Eso sí, si en La Corredera, por la mañana, no hubo manera de desayunar nada que no fuera un brunch, para almorzar no menguó el nivel de modernez. En efecto, todos los bares que vi tenían un toque cool, incluido el Hakuna Tapas, donde hay que perderle el miedo a soltar 12 euros por cada por plato. En este caso, no obstante, el dinero estuvo muy bien gastado.

En definitiva, en 2005 estuve en Vejer de la Frontera, pero no recordaba nada de lo que vi. Sabía, por referencias, que es uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Cádiz, de Andalucía, y de España, pero no tenía en la cabeza ni una sola imagen de sus calles, ni de sus edificios. Realmente, no sé en qué estaba pensando cuando fui hace 19 años. Pese a esto, me he desquitado, y ahora ya puedo decir, por mí mismo, que Vejer de la Frontera es una población que todo el mundo debería conocer.


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado VEJER DE LA FRONTERA.
En 2005 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Cádiz: 64'3% (hoy día 78'6%).
En 2005 (primera visita), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 23'3% (hoy día 36'3%).

Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado VEJER DE LA FRONTERA.
En 2005 (primera visita), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Cádiz: 31'8% (hoy día 59'1%).
En 2005 (primera visita), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 9'2% (hoy día 21'8%).


19 de junio de 2024

CARRERA NOCTURNA DEL ALAMILLO 2024

Este año estoy corriendo pocas carreras, en parte porque no estoy sintiendo demasiada necesidad de hacerlo. Lo habitual es que, para salir a rodar, yo no precise de la motivación de tener alguna cita especial en el horizonte. Normalmente, los objetivos ayudan a poner algo más de carne en el asador, pero la constancia la suelo mantener sin ayudas externas. Por eso, a veces atravieso rachas en las que apenas compito. Desde enero de 2024, he vivido una de esas fases, ya que solo he participado en una media maratón. Sin embargo, a principios de junio me apeteció volver al ruedo. Debido a ello, busqué opciones, y he marcado en el calendario tres o cuatro pruebas que me apetecen. Todas son cómodas, es decir, no tienen un kilometraje muy elevado, ni se celebran lejos de casa. La primera la disputé el viernes pasado. 


En efecto, a última hora de la tarde del viernes de la semana pasada me fui hasta el Parque del Alamillo de Sevilla, y allí participé en una nueva edición de la Carrera Nocturna del Alamillo, que discurrió por el interior ese parque y por sus alrededores más inmediatos. Eso significa que la prueba fue prácticamente llana.


Hasta ahora, nunca me había planteado correr la Nocturna del Alamillo. Se celebró por primera vez en 2014, con el nombre de Carrera Noche de San Juan, y al principio me dio la impresión de que era la típica prueba organizada por no se sabe muy bien quién, conmemorativa de algo tan volátil como la Noche de San Juan, y con un recorrido de 9.500 metros que parecía diseñado, sobre todo, para que el evento pasara desapercibido para el que no fuera corredor. Yo no le auguraba demasiado futuro. Lo cierto es que, en Sevilla, ya había habido otra carrera similar, llamada exactamente igual. De ella, se habían disputado tres ediciones por el interior del Parque Miraflores, con motivo de la noche más corta del año. Yo participé en dos, y ambas experiencias las recuerdo con cariño, pero la cita no cuajó. En 2014, pensé que la del Alamillo iba a seguir el mismo camino. Me equivoqué.



Así pues, ha transcurrido más de una década desde la edición inaugural de la cita con la que se saluda al verano en el Parque del Alamillo, hemos salvado una pandemia, y la prueba no solo se sigue organizando, sino que goza de muy buena salud. Eso sí, para sobrevivir se ha tenido que reinventar, dado que ha dejado de llamarse Noche de San Juan, y ahora se denomina Nocturna del Alamillo. También ha reducido su kilometraje casi a la mitad. Efectivamente, en la cuarta edición, en 2017, la carrera ya incluyó el subtitulo Nocturna del Alamillo, en 2018 se introdujo otra sutil variación en el nombre, que se cambió a Nocturna del Alamillo "Noche de San Juan", y en 2019 el evento se rebautizó y desapareció cualquier referencia a la Noche de San Juan. Fue entonces cuando recortó su trazado, y el mismo se fijó en 5.000 metros. Con ese formato, se ha disputado cinco años seguidos.

El caso es que yo andaba buscando una carrera apropiada a mis circunstancias actuales, me topé con la Nocturna del Alamillo, y me pareció perfecta. Luego, me encontré con una cita que superó mis expectativas, en primer lugar porque estuvo muy bien montada, pero también porque el avituallamiento fue notable, porque tuvo una participación más que decente (entraron en meta 799 personas), porque lo de la recta final flanqueada por antorchas fue un puntazo, y porque el recorrido al completo fue atractivo, partiendo de la base de que era por dentro de un parque. Sin embargo, la organización supo sacarle todo el jugo al entorno, porque el circuito nos llevo por un sector del recinto que está pegado al Río Guadalquivir y que es menos conocido. De hecho, creo que fuimos por fuera del área vallada durante un tramo. Además, corrimos 5.000 metros sin repetir ningún camino, y sin que hubiera demasiadas revueltas. El evento me gustó.

Aparte, mi participación volvió a ser llamativa. Fui cómodo de piernas, y avancé con cierta soltura, pero el reloj no engaña, y en este caso dijo que mi media final fue de 4:21 el kilómetro. Estoy comprobando en mis carnes como se hace viejo un atleta aficionado, y eso resulta muy interesante. Podría pensarse que, al envejecer, los años empiezan a pesar cuando se corre, y que uno se va encontrando peor, hasta que tiene que abandonar la actividad atlética, pero tal cosa no es lo que yo estoy viviendo. Con casi 47 tacos, yo no he dejado de sentirme bien corriendo. No obstante, soy incapaz de ir más rápido. Puedo decir que, al darlo todo, las sensaciones son similares a las que experimentaba cuando iba a 4:00 el kilómetro, pero voy 20 segundos más lento, por mucho que haga. 

Un ejemplo de como va menguando con los años la capacidad de respuesta del cuerpo, la tuve en último kilómetro de esta carrera. En él, iba avanzando junto a un tío bastante joven, que parecía que se iba a morir, por como jadeaba. Yo también iba al límite. En un momento determinado, a falta de unos 300 metros, intercambié unas breves palabras con el veinteañero, y comprobé que él a duras penas podía articular una frase. A mí, por contra, me salió un torrente de voz tremendo, alto y nada entrecortado. Cualquiera que nos hubiera visto, habría deducido que yo iba sobrado, y que el sprint final me lo iba a llevar de calle. Sin embargo, iba muerto, por lo que, pese a las apariencias, la realidad nos puso a los dos en nuestro sitio al encarar la recta de meta. En ella, a falta de 100 metros, tanto el chico como yo aceleramos, pero, de repente, él mutó en el Correcaminos, mientras que yo me tuve que contentar con no caerme de boca. El chaval daba la impresión de que iba KO, pero me sacó tal distancia en una simple recta, que ni siquiera llegué a verlo entrar. Fue flipante.


Total, que disfruté a tope del rato vespertino de carrera. Afortunadamente, no hizo demasiado calor, por lo que pude pelear los 5.000 metros sin impedimentos climatológicos. Entré en el puesto 160. Durante casi una década, no le había echado cuenta a esta cita, pero salí tan contento, que es muy probable que repita.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 250.
% del Total de Carreras a completar: 24'8%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en SEVILLA.
En 2000 (año de la primera carrera corrida en Sevilla), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 0'9% (hoy día 37'1%).


13 de junio de 2024

AYAMONTE 2024

Empezaron los planes veraniegos de 2024. Todos los meses intento hacer cosas que puedan ser reflejadas en este blog, pero este año la primera escapada que ha tenido reminiscencias estivales ha sido la del pasado fin de semana.


La de la foto es la Playa de Punta del Moral. En ella, he tomado contacto con el mar este verano. Pertenece a Ayamonte, el municipio que está en la esquina suroeste de España. Su frente costero se encuentra a la altura de los mejores que yo he visto.


En Ayamonte, están las cuatro primeras playas españolas con las que nos encontramos, si salimos de Portugal y empezamos a recorrer la costa andaluza. Son, sucesivamente, la Playa de San Bruno, la Playa de Isla Canela. la Playa de los Haraganes y la citada Playa de Punta del Moral.


Esos cuatro magníficos arenales se encuentran en Isla Canela, que es una isla que está al sur del pueblo de Ayamonte. Este da al tramo final del Río Guadiana, pero se halla algo separado de la costa.

Realmente, que Isla Canela es una isla no ofrece dudas, y no solo por el nombre. Si se mira con cuidado la imagen satélite que he puesto arriba, se puede apreciar que ese trozo de tierra se encuentra rodeado de agua por sus cuatro lados. En efecto, por el este Isla Canela limita con la desembocadura del Río Carreras, por el norte la bañan el Caño de la Cruz y el Estero de Canela, que están unidos, por el oeste se asoma a los últimos metros del Río Guadiana, y por el sur se abre sin trabas al Océano Atlántico

Definir cómo es la costa de Ayamonte está superado. Sin embargo, cuesta más de trabajo identificar las poblaciones del municipio, a pesar de que parecen estar individualizadas con claridad. Así, se denomina indistintamente Isla Canela o Canela a dos entidades locales que se encuentran bastante alejadas (ambas están dentro de sendas figuras geométricas rojas, en la imagen inferior), y con Punta del Moral o Isla del Moral pasa igual, ya que hay dos núcleos que reciben ese nombre, aunque se hallen separados por un curso de agua y se parezcan como un huevo a una castaña (están insertos en las dos figuras geométricas azules).


A veces, a la zona urbanizada que se aprecia dentro del rectángulo rojo se le llama también Playa de Isla Canela. Es un lío. Yo, tras hacer un estudio concienzudo, he llegado a la conclusión de que las casas que están enmarcadas por el círculo rojo conforman la Barriada de Canela, la cual no se considera un ente independiente del pueblo de Ayamonte, sino un barrio, que cuenta con unos 300 vecinos, y que data de principios del siglo XIX. Más al sur, los dos núcleos que he insertado en los rectángulos serían uno solo, denominado Isla Canela, y el que está rodeado de un círculo azul sería Punta del Moral. Esta manera de dividir el poblamiento en Isla Canela es la lógica, dada la idiosincrasia de las localidades, y coincide con lo que pone en la página web del ayuntamiento ayamontino. Otra cosa distinta es cómo la gente se refiera a cada sitio.

Nosotros, el pasado fin de semana dormimos una noche en Punta del Moral, y estuvimos también en Isla Canela. Como he dicho, ambos son entes poblacionales de muy diferente carácter. El primero es un poblado de origen pesquero, surgido a mediados del siglo XVIII.


Hoy día, en Punta del Moral viven unas 900 personas, y la pesca aún ejerce de motor del asentamiento. En origen, el poblado estaba aislado, y sobrevivía en un régimen de autarquía casi total, en un lugar de fácil acceso al mar, pero alejado de Ayamonte. En la actualidad, las cosas han cambiado, y ni vivir de los recursos marinos es lo que era, ni Punta del Moral se ha mantenido al margen de las posibilidades turísticas que ofrece la zona.



Aun así, la pequeña localidad no ha perdido su personalidad. Sus habitantes siguen siendo una gran familia, como pude comprobar, y, dadas las limitaciones espaciales, no ha crecido por ninguno de sus cuatro lados. Eso hace que contemplar las Marismas de Isla Cristina desde la Avenida Juan López Ruiz sea una maravilla.



Por su parte, hacia el este se distingue a la perfección Isla Cristina. Asomado al Río Carreras, tampoco es difícil pegarse un buen rato mirando a lo lejos, dada la tranquilidad que se respira.


Luego, es cierto que Punta del Moral está muy renovado. Por lo visto, no hace tanto aquello era un poblado con las calles de tierra, pero hoy día todo se ha remodelado. 


No obstante, pese a la lógica modernización de las casas, Punta del Moral es un lugar muy pacifico y agradable, donde predomina la calma.


En apariencia, el núcleo que está al otro lado del Caño de la Mojarra, es decir, Isla Canela, es muy diferente a Punta del Moral, porque se trata de la típica zona donde se han construido un montón de urbanizaciones y hoteles, destinados a servir de base para disfrutar de la playa.


Sin embargo, pese a que Isla Canela tiene un origen distinto al de Punta del Moral, y a que ha surgido para servir de soporte al turismo puro y duro, la verdad es que la estructuración del territorio se ha hecho bastante bien, y eso se agradece. No voy a decir que aquello sea un paraíso natural, pero lo cierto es que los edificios, aunque se extienden por todo el litoral, no se comen la playa, y se han espaciado, incluyendo zonas verdes y anchas calles entre ellos. 


Las zonas turísticas de costa pueden llegar a ser muy hostiles, pero en Isla Canela se ha tenido un poco de cuidado al construir. De todas formas, de las cuatro playas de la isla, solo la de San Bruno se mantiene en un entorno virgen. Las otras tres han visto como se iban levantando urbanizaciones y hoteles a su vera, hasta que se ha llenado por completo el litoral, pero, como digo, creo que el proceso se ha llevado a cabo con cabeza.

El corazón de Isla Canela es el Puerto Deportivo Marina Isla Canela, así como el pequeño centro comercial que tiene al lado. Ambos están en el noreste de la población.


Fuera del entorno del Puerto Deportivo y del Centro Comercial Marina Isla Canela, no parece haber muchos más negocios ni comercios, por lo que la impresión es que la actividad de servicios de Isla Canela se concentra en esa zona.


Nosotros fuimos a Isla Canela los dos días. El sábado, el objetivo era pasear, pero también hicimos una parada en Remo, una heladería que estaba frente al Puerto Deportivo, y que no prometía. Ciertamente, una franquicia que tiene negocios, además de en Isla Canela, en lugares tan dispares como Zarzaquemada, Cuenca, Barcelona o Aranjuez, y que lo mismo despacha pizzas que helados, no inspira demasiada confianza, pero los helados cumplieron, y nos los comimos muy a gusto, viendo los barcos. Después de unas jornadas de calor intenso, el fin de semana salió fresco. Supongo que eso hizo que poca gente se aventurara a tirar para la costa. En concreto, en la terraza de Remo estuvimos solos. Ni tan mal...


El mismo sábado, ya en el Centro Comercial Marina Isla Canela, nos encontramos por casualidad con la inauguración de un nuevo negocio, llamado Monkey by Reef. Se trataba de un pub cervecero, y había en su terraza un grupo de música, que se estaba preparando para actuar, por lo que decidimos sentarnos a tomar algo. Allí, sí había más gente, aunque el clima era, igualmente, de sosiego. 


Por desgracia, el grupo tardó tanto en empezar a tocar, que al final no lo vimos, pero sí lo oímos a lo lejos, una hora después, mientras paseábamos por Punta del Moral

Al día siguiente, regresamos al Centro Comercial Marina Isla Canela para comer. Nos queríamos dar un homenaje, y nos habían recomendado un restaurante denominado La Bocana, por lo que no dudamos en tirar para allá, tras de haber estado un buen rato en la playa. Fue un acierto. 


En La Bocana se juntó todo. En efecto, nos atendieron bien y con amabilidad, la comida estuvo muy rica, y, además, pillamos una mesa magnífica, que nos permitió almorzar a la sombra, gozando de la deliciosa temperatura y de unas preciosas vistas. Es imposible estar más a gusto en un sitio, de lo que yo lo estuve, comiendo con Ana, con Julia y con María en ese restaurante.

Ni que decir tiene, que después fuimos a otra heladería a por el postre. Esta vez nos quedamos en el Centro Comercial, en la Heladería Popeye. Lo que allí nos dieron tampoco fueron helados artesanos, pero mejoraron algo a los del día anterior.

Ya que he puesto por las nubes el almuerzo del domingo, no quiero acabar sin hablar del que disfrutamos el sábado, que también estuvo a la altura. En esta ocasión, comimos en Punta del Moral, cerca del apartamento que habíamos alquilado. 



En Punta del Moral también hay unos cuantos restaurantes con muy buena pinta, dando al Río Carreras y al Caño de la Mojarra. Nosotros nos sentamos en el Restaurante La Cala, y tampoco tuvimos queja ninguna. Más bien al contrario. 

Con este fin de semana ha quedado inaugurado el verano 2024. El curso ha sido largo, y los meses de julio y agosto prometen, en parte, pero no será esta una temporada estival estándar. María no va a tener vacaciones y tiene un examen de oposición en otoño, así que el truco va a consistir en aprovechar los momentos. Este comienzo fue en esa línea. Efectivamente, en Isla Canela paseamos, comimos bien y nos relajamos. Tan pocas ganas teníamos de preocupaciones, que el sábado apenas si pudimos estar en la playa, por culpa del fuerte viento, pero no nos importó. Gracias a eso, nos dimos una vuelta más larga y tuvimos tiempo de tomar el helado y de acabar saboreando una cerveza en Monkey by Reef. El domingo por la mañana, en cambio, el vendaval se había calmado, y sí disfrutamos de la paradisiaca Playa de Isla del Moral. Además, nos pegamos los dos buenos almuerzos. En el estío de este año, la tónica va ser hacer planes similares, siempre que podamos.

"Esto es calidad de vida", dijo en una ocasión el padre de una amiga, cuando se encontraba veraneando en Isla Canela. Nos lo contó ella, y desde entonces Calidad de Vida se ha convertido en el topónimo oficioso que usa para hacer referencia a ese lugar. Yo he decidido que, a partir de ahora, también lo voy a llamar así.



Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado AYAMONTE.
En 2005 (primera visita por confirmar), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Huelva: 11'4%  (hoy día 30'4%).
En 2005 (primera visita por confirmar), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 8'7% (hoy día, confirmada ya esta visita, 21'8%).