Algo que me divierte, a la hora de viajar, es elegir los destinos en base a criterios monetarios, es decir, más que partir de ideas preconcebidas, para las vacaciones o para las escapadas me gusta escoger sitios donde sea barato alojarse, o a los que sea económico llegar, siempre que sean interesantes, claro está. Se podría afirmar, que organizar así las vacaciones es propio de pobretones o de tacaños, pero yo creo que no tienen nada que ver. Realmente, se puede uno mover por todo el planeta partiendo de tales premisas, y esa persona seguro que no será un menesteroso, ni un agarrado. Es verdad que tampoco es lógico abusar de ir siempre en ese plan, porque en algún momento uno tiene que ir a París y tiene que entrar en el Louvre, por poner un ejemplo. Da igual cuánto cueste. Sin embargo, en otras muchas circunstancias, buscar gangas es una manera magnífica de salirse de los circuitos establecidos, y de conocer lugares que se encuentran fuera de las rutas típicas, pero que merecen la pena.
Por ello, en ocasiones me gusta organizar las rutas en función de los alojamientos baratos que encuentre, dentro de que estos estén en emplazamientos mínimamente atractivos. Eso, más o menos, es lo que nos llevó la semana pasada al municipio de El Valle, y, en concreto, a su capital, que se denomina Restábal. En realidad, las premisas, a la hora de elegir ese destino, no fueron solo la economía y la belleza del lugar, sino que también tuve que tener en cuenta que estuviera cerca de casa, porque apenas si teníamos tres días libres, pero, a la postre, lo que hice fue lo que me gusta, que es meter en Airbnb un precio tope, e ir abriendo el mapa, a ver donde aparecían opciones para pernoctar por esa cantidad de dinero. Esta vez queríamos ir a la sierra, así que me puse a buscar por las zonas del interior de Andalucía, luego cribé los hospedajes que, partiendo de las fotos y de la información existente, no me ofrecían garantías, y, al final, fue el de El Valle el que ganó el particular casting.
El Valle es un municipio de la provincia de Granada, que está enclavado en el Valle de Lecrín. La región donde se sitúa, se encuentra un tanto eclipsada por dos cercanos gigantes del turismo, que son Granada capital y la Alpujarra. Desde Restábal, se llega en 45 minutos a la ciudad nazarí, y a Lanjarón en 25, por lo que queda claro que se ubica en una zona de gran belleza, aunque ese rincón tienda a permanecer en segundo plano.
Con respecto a las características de El Valle como municipio, el mismo es pequeño, ya que no llega a los 900 habitantes, pero, aun así, su población se divide en tres núcleos. La capital ronda las 350 personas, en Melegís viven unas 380, y en Saleres poco más de 155. La razón de ser de que haya tres localidades tan bien definidas, en un solo ente municipal, se debe a que todas fueron independientes hasta 1972. Ese año, se fusionaron los términos, y el Ayuntamiento se quedó en Restábal. Nosotros, en Saleres no estuvimos, y en Melegís apenas si hicimos una breve parada, para asomarnos al Mirador de las Alvirillas. Desde él, se contemplan unas bonitas vistas del Embalse de Béznar, de Sierra Nevada, y de los campos que circundan el propio pueblo de Melegís.
Enfrente del Mirador de las Alvirillas hay un restaurante, llamado Los Naranjos, que es toda una referencia en la zona. En él, nosotros solo nos tomamos una cerveza y una tapa.
En cambio, Restábal nos lo pateamos a fondo, tanto sus calles, como los alrededores. Se trata de un pueblo bastante pintoresco, pero no se puede negar que, desde lejos, sería más espectacular si sus fachadas estuvieran bien encaladas.
Por lo visto, ha llovido barro en Granada varias veces en los últimos años, y muchas casas no se han podido limpiar. En cualquier caso, la panorámica del pueblo desde las afueras merece la pena.
Nosotros salimos al campo a pasear un par de veces, para explorar el entorno de Restábal y de Melegís, que solo están separados por 1.500 metros de carretera. En ambas ocasiones, transitamos por trozos de la ruta SL-A 214, que es conocida como Ruta del Azahar. La misma mide poco más de 5 kilómetros, pero María y yo no llegamos a hacerlos del tirón, e incluso nos dejamos algún pedazo por andar.
De hecho, el Mirador de las Alvirillas está inserto en la SL-A 214, pero nos detuvimos en él en un momento distinto. Además, toda la parte que va desde él, hasta el inicio de otro sendero que lleva hasta el Embalse de Béznar, así como el trecho en el que se avanza por las calles de Melegís, fueron tramos que no hicimos. A cambio, recorrimos caminos fuera de ruta, que también nos permitieron ver lugares muy chulos. En efecto, el primer día, yendo María y yo con las niñas, en vez de abandonar el pueblo por su extremo norte y enlazar la Ruta del Azahar directamente, salimos por el este y atravesamos una bonita zona de huertas y frutales.
Cuando cruzamos el Río Ízbor, ya sí nos unimos a la Ruta del Azahar, que nos llevó hasta el inicio del mencionado caminito que lleva hasta el Embalse de Béznar. Ahí, nos volvimos a salir de la ruta y fuimos a bañarnos al pantano.
El segundo día, María y yo, ya sin Ana y sin Julia, sí nos unimos a la Ruta del Azahar en la salida norte de Restábal, justo en el sitio donde confluyen el Río Dúrcal y el Río Albuñuelas, y se crea el mencionado Río Ízbor. Sin embargo, en vez de dirigirnos al Embalse, tiramos en sentido contrario, y fuimos bordeando el Río Dúrcal, hasta que llegamos a un puente que lo cruza. En ese punto, nos equivocamos de camino, y acabamos recorriendo unos cuantos kilómetros de subida, que no tenían nada que ver con la Ruta del Azahar, pero que nos depararon unas vistas estupendas.
De vuelta, nos tomamos la libertad de coger un par de mazorcas de maíz en un campo que estaba abierto, así como unos cuantos tomates en otro que había más adelante. No es algo que se deba hacer por sistema, pero tampoco creo que ese pequeño regalo le haga verdadero mal al dueño de los terrenos.
El trecho que lleva desde el pequeño puente que cruza el Río Dúrcal hasta Melegís, así como el que va desde la parte norte de Restábal hasta el lugar donde nosotros enganchamos el camino el primer día, los hice yo corriendo, cuando salí temprano por las mañanas a entrenar. Al trote, también recorrí otros tramos que ya habíamos hecho andando, por lo que se puede decir que la Ruta del Azahar la exploré bastante bien.
Con respecto al pueblo de Restábal en sí, lo primero a reseñar es que no empezamos con buen pie nuestro contacto con su casco urbano, ya que, mientras buscábamos nuestro apartamento e íbamos por una calle muy estrecha, empotramos el neumático delantero derecho del coche en un escalón. Afortunadamente, estaba cerca la Calle Virgen del Rosario, que es una de las más amplias de la localidad, por lo que pudimos dejar allí el vehículo.
Finalmente, el coche solo nos lo pudieron arreglar en la ciudad de Granada, un par de días después, pero de eso ya he hablado en el post dedicado a la capital.
Aparte, en Restábal, el epicentro simbólico se encuentra situado entorno a la Iglesia de San Cristóbal. Precisamente, la Calle Virgen del Rosario queda a su espalda. Toda esa zona es llana, y se extiende por la cumbre plana del pequeño cerro en el que se halla el pueblo. Yo, el templo no lo pude ver por dentro, pero está muy reconstruido, ya que se quemó en 1965.
Otro lugar pintoresco es la Antigua Lonja de Pescado. Se trata de un pequeño edificio cuadrado, que tiene arcos en tres de sus fachadas. De ellos, uno ejerce de puerta.
Por delante de ese espacio pasaba el Camino Real, que iba de Granada a Motril, por lo que se construyó el soportal, a principios del siglo XX, para facilitar la venta del pescado que se llevaba de la costa al interior por esa vía. Curiosamente, en una restauración reciente, salió a la luz la Antigua Fuente del Camino Real, cuyos caños están en el muro de detrás, que es anterior a la construcción de la Antigua Lonja, y que ahora se han dejado a la vista, aunque no estén en uso.
El Camino Real, a su paso por Restábal, hoy día recibe el nombre de Calle Real. La misma cruza la población de norte a sur. En ella, hay dos ensanchamientos destacados. El primero se denomina Plaza de la Santísima Trinidad, y queda enfrente de la Antigua Lonja de Pescado. El segundo se bautizó como Plaza de la Guitarra, y tiene un bonito mirador, llamado Mirador de los Guitarros. En esa plaza, además de las vistas, destaca el suelo, ya que se ha creado en él, con pequeños guijarros, la imagen de una guitarra. Aparte, otro punto interesante del pueblo es la Fuente de Restábal, que se ubica en su zona baja. En este caso, el manantial sí está operativo.
Por último, hay que mencionar que la travesía, entendida como el cacho de la GR-3204 que atraviesa Restábal, se denomina Avenida de Andalucía. Esa calle no tiene un especial atractivo, pero en ella se ubica el edificio del Ayuntamiento.
Lo curioso en Restábal, es que su epicentro real ni está en el entorno de la iglesia, aunque esta ejerza de foco simbólico, como dije antes, ni se encuentra en la travesía, donde no vi apenas movimiento. En Restábal, la vida se respira en el Cafe Bar Jovi, que también se denomina Mesón La Despensa del Valle.
Para terminar, no quiero dejar de comentar, a modo de curiosidad, que además de ir un día a Granada, como ya he comentado, fuimos también otro a la playa. Fue gracioso, porque, como no conozco la Costa Tropical, me dejé aconsejar, y acabamos yendo a la Playa de la Rijana. La misma está completamente aislada de cualquier núcleo habitado, y no tiene un acceso fácil, por lo que yo esperaba encontrarme un remanso de paz... pero no fue así.
La Playa de la Rijana terminó siendo una de las más agobiantes en las que he puesto mis pies. Para empezar, no solo estaba aislada, sino que tenía acantilados por todos sus lados. Eso tampoco tendría por qué convertirla en un lugar asfixiante, pero lo malo es que nos la encontramos atiborrada de gente. Arriba, junto a la carretera, había una especie de aparcamiento medio habilitado, en el que logré dejar el coche no sé ni como. De hecho, llegamos a media mañana, y creo que ocupé el último cachito de descampado libre. Después, al bajar a la playa, descubrí que era una pequeña pestaña pedregosa, en la que no cabía ni un jodido alfiler. Sin embargo, no estaba dispuesto a mover el coche de donde lo había encajado, ni conocía un sitio mejor al que ir a esa hora, así que nos ubicamos en un diminuto rectángulo lleno de piedras, que hallamos a duras penas, y allí me dispuse a pasar la jornada. No obstante, al final me quedo con dos cosas estupendas que tuvo el día, que fueron que comimos muy a gusto en el Chiringuito La Rijana, que, curiosamente, era el rincón menos masificado de todo el entorno, y que hicimos una excursión guiada en kayak por la costa, que acabó siendo súper divertida.
Porque resulta que, en la Playa de la Rijana, aparte del chiringuito, solo hay otro negocio, que se llama Paddle Surf y Kayak La Rijana. En él, ofrecían rutas guiadas bordeando los acantilados. Yo, al principio era un poco reacio, pero luego tuve que reconocer que fue una experiencia cojonuda. A lo largo de más de una hora entramos en tres cuevas, bautizadas como Cueva del Monstruo, Cueva del Sifón y Cueva de la Grieta, y desembarcamos en una minúscula calita, inaccesible desde tierra, denominada Calafardo. Lo mejor de todo fue, que también pudimos hacer snorkelling en la Cueva de la Grieta, que era una raja en la que llegaba un momento en el que no cabía la canoa, pero en la que se podía penetrar un montón buceando, y se veían colores espectaculares bajo el agua.
En definitiva, los días de vacaciones familiares volvieron a depararnos un montón de ratos felices. Las niñas ya se van haciendo mayores, pero seguimos encontrando planes para hacer todos juntos, y me encanta poder reflejar eso en En Ole Väsynyt.
Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado EL VALLE.
Visitado EL VALLE.
% de Municipios ya visitados en la Provincia de Granada: 7%.
% de Municipios de Andalucía ya visitados: 22%.
% de Municipios de Andalucía ya visitados: 22%.