21 de agosto de 2024

EL VALLE 2024

Algo que me divierte, a la hora de viajar, es elegir los destinos en base a criterios monetarios, es decir, más que partir de ideas preconcebidas, para las vacaciones o para las escapadas me gusta escoger sitios donde sea barato alojarse, o a los que sea económico llegar, siempre que sean interesantes, claro está. Se podría afirmar, que organizar así las vacaciones es propio de pobretones o de tacaños, pero yo creo que no tienen nada que ver. Realmente, se puede uno mover por todo el planeta partiendo de tales premisas, y esa persona seguro que no será un menesteroso, ni un agarrado. Es verdad que tampoco es lógico abusar de ir siempre en ese plan, porque en algún momento uno tiene que ir a París y tiene que entrar en el Louvre, por poner un ejemplo. Da igual cuánto cueste. Sin embargo, en otras muchas circunstancias, buscar gangas es una manera magnífica de salirse de los circuitos establecidos, y de conocer lugares que se encuentran fuera de las rutas típicas, pero que merecen la pena. 


Por ello, en ocasiones me gusta organizar las rutas en función de los alojamientos baratos que encuentre, dentro de que estos estén en emplazamientos mínimamente atractivos. Eso, más o menos, es lo que nos llevó la semana pasada al municipio de El Valle, y, en concreto, a su capital, que se denomina Restábal. En realidad, las premisas, a la hora de elegir ese destino, no fueron solo la economía y la belleza del lugar, sino que también tuve que tener en cuenta que estuviera cerca de casa, porque apenas si teníamos tres días libres, pero, a la postre, lo que hice fue lo que me gusta, que es meter en Airbnb un precio tope, e ir abriendo el mapa, a ver donde aparecían opciones para pernoctar por esa cantidad de dinero. Esta vez queríamos ir a la sierra, así que me puse a buscar por las zonas del interior de Andalucía, luego cribé los hospedajes que, partiendo de las fotos y de la información existente, no me ofrecían garantías, y, al final, fue el de El Valle el que ganó el particular casting.


El Valle es un municipio de la provincia de Granada, que está enclavado en el Valle de Lecrín. La región donde se sitúa, se encuentra un tanto eclipsada por dos cercanos gigantes del turismo, que son Granada capital y la Alpujarra. Desde Restábal, se llega en 45 minutos a la ciudad nazarí, y a Lanjarón en 25, por lo que queda claro que se ubica en una zona de gran belleza, aunque ese rincón tienda a permanecer en segundo plano.

Con respecto a las características de El Valle como municipio, el mismo es pequeño, ya que no llega a los 900 habitantes, pero, aun así, su población se divide en tres núcleos. La capital ronda las 350 personas, en Melegís viven unas 380, y en Saleres poco más de 155. La razón de ser de que haya tres localidades tan bien definidas, en un solo ente municipal, se debe a que todas fueron independientes hasta 1972. Ese año, se fusionaron los términos, y el Ayuntamiento se quedó en Restábal. Nosotros, en Saleres no estuvimos, y en Melegís apenas si hicimos una breve parada, para asomarnos al Mirador de las Alvirillas. Desde él, se contemplan unas bonitas vistas del Embalse de Béznar, de Sierra Nevada, y de los campos que circundan el propio pueblo de Melegís.


Enfrente del Mirador de las Alvirillas hay un restaurante, llamado Los Naranjos, que es toda una referencia en la zona. En él, nosotros solo nos tomamos una cerveza y una tapa.

En cambio, Restábal nos lo pateamos a fondo, tanto sus calles, como los alrededores. Se trata de un pueblo bastante pintoresco, pero no se puede negar que, desde lejos, sería más espectacular si sus fachadas estuvieran bien encaladas. 


Por lo visto, ha llovido barro en Granada varias veces en los últimos años, y muchas casas no se han podido limpiar. En cualquier caso, la panorámica del pueblo desde las afueras merece la pena.


Nosotros salimos al campo a pasear un par de veces, para explorar el entorno de Restábal y de Melegís, que solo están separados por 1.500 metros de carretera. En ambas ocasiones, transitamos por trozos de la ruta SL-A 214, que es conocida como Ruta del Azahar. La misma mide poco más de 5 kilómetros, pero María y yo no llegamos a hacerlos del tirón, e incluso nos dejamos algún pedazo por andar. 


De hecho, el Mirador de las Alvirillas está inserto en la SL-A 214, pero nos detuvimos en él en un momento distinto. Además, toda la parte que va desde él, hasta el inicio de otro sendero que lleva hasta el Embalse de Béznar, así como el trecho en el que se avanza por las calles de Melegís, fueron tramos que no hicimos. A cambio, recorrimos caminos fuera de ruta, que también nos permitieron ver lugares muy chulos. En efecto, el primer día, yendo María y yo con las niñas, en vez de abandonar el pueblo por su extremo norte y enlazar la Ruta del Azahar directamente, salimos por el este y atravesamos una bonita zona de huertas y frutales. 


Cuando cruzamos el Río Ízbor, ya sí nos unimos a la Ruta del Azahar, que nos llevó hasta el inicio del mencionado caminito que lleva hasta el Embalse de Béznar. Ahí, nos volvimos a salir de la ruta y fuimos a bañarnos al pantano.



El segundo día, María y yo, ya sin Ana y sin Julia, sí nos unimos a la Ruta del Azahar en la salida norte de Restábal, justo en el sitio donde confluyen el Río Dúrcal y el Río Albuñuelas, y se crea el mencionado Río Ízbor. Sin embargo, en vez de dirigirnos al Embalse, tiramos en sentido contrario, y fuimos bordeando el Río Dúrcal, hasta que llegamos a un puente que lo cruza. En ese punto, nos equivocamos de camino, y acabamos recorriendo unos cuantos kilómetros de subida, que no tenían nada que ver con la Ruta del Azahar, pero que nos depararon unas vistas estupendas.


De vuelta, nos tomamos la libertad de coger un par de mazorcas de maíz en un campo que estaba abierto, así como unos cuantos tomates en otro que había más adelante. No es algo que se deba hacer por sistema, pero tampoco creo que ese pequeño regalo le haga verdadero mal al dueño de los terrenos. 


El trecho que lleva desde el pequeño puente que cruza el Río Dúrcal hasta Melegís, así como el que va desde la parte norte de Restábal hasta el lugar donde nosotros enganchamos el camino el primer día, los hice yo corriendo, cuando salí temprano por las mañanas a entrenar. Al trote, también recorrí otros tramos que ya habíamos hecho andando, por lo que se puede decir que la Ruta del Azahar la exploré bastante bien.

Con respecto al pueblo de Restábal en sí, lo primero a reseñar es que no empezamos con buen pie nuestro contacto con su casco urbano, ya que, mientras buscábamos nuestro apartamento e íbamos por una calle muy estrecha, empotramos el neumático delantero derecho del coche en un escalón. Afortunadamente, estaba cerca la Calle Virgen del Rosario, que es una de las más amplias de la localidad, por lo que pudimos dejar allí el vehículo.


Finalmente, el coche solo nos lo pudieron arreglar en la ciudad de Granada, un par de días después, pero de eso ya he hablado en el post dedicado a la capital

Aparte, en Restábal, el epicentro simbólico se encuentra situado entorno a la Iglesia de San Cristóbal. Precisamente, la Calle Virgen del Rosario queda a su espalda. Toda esa zona es llana, y se extiende por la cumbre plana del pequeño cerro en el que se halla el pueblo. Yo, el templo no lo pude ver por dentro, pero está muy reconstruido, ya que se quemó en 1965.


Otro lugar pintoresco es la Antigua Lonja de Pescado. Se trata de un pequeño edificio cuadrado, que tiene arcos en tres de sus fachadas. De ellos, uno ejerce de puerta. 


Por delante de ese espacio pasaba el Camino Real, que iba de Granada a Motril, por lo que se construyó el soportal, a principios del siglo XX, para facilitar la venta del pescado que se llevaba de la costa al interior por esa vía. Curiosamente, en una restauración reciente, salió a la luz la Antigua Fuente del Camino Real, cuyos caños están en el muro de detrás, que es anterior a la construcción de la Antigua Lonja, y que ahora se han dejado a la vista, aunque no estén en uso.

El Camino Real, a su paso por Restábal, hoy día recibe el nombre de Calle Real. La misma cruza la población de norte a sur. En ella, hay dos ensanchamientos destacados. El primero se denomina Plaza de la Santísima Trinidad, y queda enfrente de la Antigua Lonja de Pescado. El segundo se bautizó como Plaza de la Guitarra, y tiene un bonito mirador, llamado Mirador de los Guitarros. En esa plaza, además de las vistas, destaca el suelo, ya que se ha creado en él, con pequeños guijarros, la imagen de una guitarra. Aparte, otro punto interesante del pueblo es la Fuente de Restábal, que se ubica en su zona baja. En este caso, el manantial sí está operativo.


Por último, hay que mencionar que la travesía, entendida como el cacho de la GR-3204 que atraviesa Restábal, se denomina Avenida de Andalucía. Esa calle no tiene un especial atractivo, pero en ella se ubica el edificio del Ayuntamiento.


Lo curioso en Restábal, es que su epicentro real ni está en el entorno de la iglesia, aunque esta ejerza de foco simbólico, como dije antes, ni se encuentra en la travesía, donde no vi apenas movimiento. En Restábal, la vida se respira en el Cafe Bar Jovi, que también se denomina Mesón La Despensa del Valle.


No se por qué se usan dos nombres para denominar al mismo negocio, pero el caso es que el Cafe Bar Jovi, o el Mesón La Despensa del Valle, como se prefiera, está en una estrecha calle, llamada Santa Ana, que no destaca para nada. De hecho, se halla un tanto escondida. Sin embargo, en él es donde se reúne, a cualquier hora, la gente de Restábal. Nosotros almorzamos y cenamos allí el primer día, y también fuimos a desayunar la mañana del segundo. Luego, ya compramos comida en el supermercado, pero eso no evitó que nos dejáramos caer por su terraza para tomar una cerveza, a la caída de la tarde, los demás días. No es un sitio refinado en absoluto, pero el trato fue exquisito, y el buen rollo de los clientes y de los camareros me encantó.

Para terminar, no quiero dejar de comentar, a modo de curiosidad, que además de ir un día a Granada, como ya he comentado, fuimos también otro a la playa. Fue gracioso, porque, como no conozco la Costa Tropical, me dejé aconsejar, y acabamos yendo a la Playa de la Rijana. La misma está completamente aislada de cualquier núcleo habitado, y no tiene un acceso fácil, por lo que yo esperaba encontrarme un remanso de paz... pero no fue así.


La Playa de la Rijana terminó siendo una de las más agobiantes en las que he puesto mis pies. Para empezar, no solo estaba aislada, sino que tenía acantilados por todos sus lados. Eso tampoco tendría por qué convertirla en un lugar asfixiante, pero lo malo es que nos la encontramos atiborrada de gente. Arriba, junto a la carretera, había una especie de aparcamiento medio habilitado, en el que logré dejar el coche no sé ni como. De hecho, llegamos a media mañana, y creo que ocupé el último cachito de descampado libre. Después, al bajar a la playa, descubrí que era una pequeña pestaña pedregosa, en la que no cabía ni un jodido alfiler. Sin embargo, no estaba dispuesto a mover el coche de donde lo había encajado, ni conocía un sitio mejor al que ir a esa hora, así que nos ubicamos en un diminuto rectángulo lleno de piedras, que hallamos a duras penas, y allí me dispuse a pasar la jornada. No obstante, al final me quedo con dos cosas estupendas que tuvo el día, que fueron que comimos muy a gusto en el Chiringuito La Rijana, que, curiosamente, era el rincón menos masificado de todo el entorno, y que hicimos una excursión guiada en kayak por la costa, que acabó siendo súper divertida.


Porque resulta que, en la Playa de la Rijana, aparte del chiringuito, solo hay otro negocio, que se llama Paddle Surf y Kayak La Rijana. En él, ofrecían rutas guiadas bordeando los acantilados. Yo, al principio era un poco reacio, pero luego tuve que reconocer que fue una experiencia cojonuda. A lo largo de más de una hora entramos en tres cuevas, bautizadas como Cueva del Monstruo, Cueva del Sifón y Cueva de la Grieta, y desembarcamos en una minúscula calita, inaccesible desde tierra, denominada Calafardo. Lo mejor de todo fue, que también pudimos hacer snorkelling en la Cueva de la Grieta, que era una raja en la que llegaba un momento en el que no cabía la canoa, pero en la que se podía penetrar un montón buceando, y se veían colores espectaculares bajo el agua.

En definitiva, los días de vacaciones familiares volvieron a depararnos un montón de ratos felices. Las niñas ya se van haciendo mayores, pero seguimos encontrando planes para hacer todos juntos, y me encanta poder reflejar eso en En Ole Väsynyt.


Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado EL VALLE.
% de Municipios ya visitados en la Provincia de Granada: 7%.
% de Municipios de Andalucía ya visitados: 22%.


19 de agosto de 2024

GRANADA 2024

Hay veces que un desastre acaba provocando situaciones inesperadamente agradables. La semana pasada, eso es justo lo que me sucedió.


Resulta, que la segunda parte de las vacaciones familiares de este verano la hemos pasado en un pueblo granadino llamado Restábal. Del mismo, voy a hablar como se merece en otro post, pero ahora tengo que adelantar que nuestra llegada a él fue un tanto accidentada, hasta el punto de que una de las ruedas delanteras del coche se reventó contra un escalón. Para nosotros, el percance no tuvo ninguna repercusión física, pero el Seat León acabó varado en una plaza de Restábal, en pleno mes de agosto, y a las puertas de un puente de tres días. Ni que decir tiene que necesitábamos un taller, pero no logramos encontrar en el Valle de Lecrín ninguno que fuera a abrir durante el fin de semana largo que teníamos por delante. Tampoco en la vecina Alpujarra la cosa pintó mejor. Tras un montón de pesquisas, nos quedó claro que dependíamos, necesariamente, del Norauto de Granada capital. En vista de eso, el sábado, que era laborable, lo ajustamos todo con la grúa y con el taxi que nos puso el seguro, y a primera hora de la mañana logramos dejar el coche en manos de los mecánicos granadinos. Estos estaban a tope, y nos dijeron que las ruedas no iban a estar cambiadas antes de media tarde, así que no tuvimos más remedio que echar la jornada entera en Granada. Como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga.

No voy a descubrir nada, si digo que Granada es una de las ciudades más maravillosas del mundo. Mi relación con ella es extensa, y ya quedó reflejada en el post que escribí en 2018, cuando estuve por última vez allí. Desde entonces, no había tenido la oportunidad de volver. En aquella ocasión, además, lo que hicimos, principalmente, fue ir al Parque de las Ciencias, pero no nos paseamos por el centro granadino, ni por su barrio estrella, que es el Albaicín. El otro día, en cambio, no dejamos de ver lugares emblemáticos.


Antes, sin embargo, nos dimos un buen paseo por una serie de vecindarios granadinos, que están lejos de las rutas turísticas, pero que son esenciales para mí. En efecto, me encontré conque, en Granada, Norauto está situado en Joaquina Eguaras, que es un barrio por el que yo me moví mucho, durante los dos años en los que residí en la ciudad. Fui tanto por él, porque yo vivía en otro barrio cercano, llamado Campo Verde. Ambos se encuentran en el Distrito Norte.


En Granada, el Norte es el distrito más chungo, y dentro de lo malo, lo peor está en un barrio llamado Almanjáyar, que ocupa toda su esquina noroeste. No obstante, esto no impide que la Estación de Autobuses de Granada esté en su extremo sur, colindante con el oeste de Joaquina Eguaras. Precisamente, en el borde meridional de Joaquina Eguaras se encuentra Norauto, y yo vivía en el recuadro que, en el mapa superior, aparece coloreado en rojo fuerte. Dado que yo iba y venía en autobús a Sevilla cada dos por tres, me recorrí esa parte de la ciudad cientos de veces. Eso hizo que sufriera varios percances nada agradables. En uno, un par de yonkis me quitaron 40 euros a punta de navaja. Fue en la Calle Profesor Francisco Dalmau.


Eran las 8 de la mañana, y, aunque ya se había hecho de día, no había nadie en la calle. Yo me dirigía a la Estacióny me pillaron por sorpresa. Por suerte, pese a que los dos chavales tenían un severo problema de drogas, se ve que no habían perdido del todo el buen corazón, porque me dejaron con 15 euros, para que pudiera, finalmente, coger el autobús. En otra ocasión, unos canis, que en cambio no tenían nada que rascar en el cerebro, estuvieron a punto de meterme una paliza, mientras corría por el bulevar de la Calle Joaquina Eguaras


Como se puede ver en la foto, el parquecito no mete miedo. Lo que pasa es que es largo, hasta el punto de que abandona los confines del barrio Joaquina Eguaras y penetra en lo más complicado de Almanjáyar, que es donde termina. Fui un pardillo, lo reconozco, porque corría mucha gente por la parte sur del bulevar, pero yo me iba hasta el final, y un día me dieron un susto muy gordo. Afortunadamente, estaba en forma y no me pillaron frio, porque ya iba a buen ritmo, de manera que pude esquivar las zancadillas de los pandilleros, que intentaron echarme al suelo, y escapé metiendo el turbo. Fue brutal. Por supuesto, jamás volví a ir por allí.

El tercer susto me lo dieron en Campo Verde, justo abajo de donde residía. El mismo es un barrio obrero, que es seguro de día, porque está lleno de gente trabajadora, de estudiantes y de inmigrantes que no se meten con nadie, pero que es atravesado con frecuencia por los que van y vienen de Almanjáyar, por lo que se ve de todo. Yo presencié, en el Camino de Alfacar, como se estrellaba un coche desbocado contra el de delante. Tras el impacto, salieron del vehículo que había causado el accidente, y se fueron corriendo, dos gitanillos de unos doce años, con la cosa de que se dejaron en el asiento de atrás, berreando, a un bebé de unos dos o tres años, al que, por suerte, habían atado a una silla. Aún hoy me sigue pareciendo una escena surrealista. Y lo del susto que me dieron... fue más bien otro atraco... aunque en este caso no me quitaron nada, porque estaba en chándal, a las 11 de la noche de un domingo, hablando por teléfono en una cabina, y solo tenía encima las llaves de mi piso. De nuevo, pequé de pánfilo. Sin embargo, a pesar de que, como digo, Campo Verde es un vecindario transitado, a veces, por individuos poco recomendables, también es un sitio repleto de comercios, habitado por personas honradas y amables. No lo digo por echarle un capote, sino porque viví allí dos cursos y lo sé.


El caso es que, pese a las historias para no dormir que he contado, yo viví muy a gusto en Campo Verde, fui muy feliz, me moví hasta la saciedad por sus alrededores, y aprendí a saber qué era seguro hacer, por dónde no se debía ir, y cuándo era mejor no andar solo por la calle. Por esa razón, sabía que el otro día, aprovechando que el destino nos había llevado por la zona, pude pegarme el gustazo de guiar a las niñas por esos lugares, por los que yo anduve cuando estudié en Granada, antes de que ellas nacieran.

Una vez que recorrimos la Calle Santiago Lozano, y que les enseñé el bloque donde yo estuve alquilado, además de por dónde entraba en él y cuál era exactamente la ventana de mi habitación, dejé de imitar al Abuelo Cebolleta, cogimos el autobús, y nos dirigimos al centro de Granada, con la idea de ver partes de la ciudad que destacan para todos, no solo para mí.



En Granada, pasear por la calle ya es un espectáculo, sobre todo en el Albaicín, pero también es menester visitar los edificios más importantes de la ciudad. Por supuesto, la Alhambra está a la cabeza de ellos. Explorarla bien es indispensable para cualquier persona. Yo lo he hecho en tres ocasiones, pero esta vez, dada la improvisación, ese plan no nos daba lugar. Por eso, pensamos en una alternativa que pudiera atraer a las niñas, y acabamos entrando en la Capilla Real. Ellas saben de sobra quiénes son los Reyes Católicos, de manera que les pareció mínimamente atractivo ver el sitio en el que están enterrados. 


La Capilla Real se puede decir que forma parte de la Catedral de Granada, porque está anexa, se comunica con ella y se concibió a la vez, pero también es posible estimar que se trata de un edificio totalmente independiente. Yo prefiero considerarla así, sobre todo porque estaba terminada en 1517, y la primera piedra del templo catedralicio se puso en 1523. Además, ambas construcciones no conforman un conjunto unitario, hasta el punto de que la Capilla Real es gótica, mientras que el estilo arquitectónico de la Catedral ya es renacentista. Eso se debe, entre otras cosas, a que tuvieron arquitectos distintos. Por último, la Capilla Real sigue activa como lugar de culto autónomo, y en la actualidad tiene un acceso diferente. 


En definitiva, creo que la Capilla Real es un edificio independiente. Ya desde el principio, se concibió como el lugar de enterramiento de Isabel I de Castilla y de su esposo, Fernando II de Aragón, pero, después, se instalaron junto a ellos las sepulturas de Juana I y de Felipe I (La Loca y El Hermoso, para que nos entendamos). El acceso desde la calle no es directo, sino que primero se entra en una lonja, que sirve de antesala a la capilla en sí. Esta es más amplia que muchas iglesias, tiene sus propias capillas laterales, y también cuenta con una gran reja, que separa las naves del presbiterio. Todo ello ayuda a que uno considere aquello como algo autónomo. En el centro del crucero, tras la reja, están las dos sepulturas. El Sepulcro de los Reyes Católicos es obra de Domenico Fancelli, y el Sepulcro de Juana I y de Felipe I lo llevó a cabo Bartolomé Ordóñez. En realidad, son monumentos conmemorativos, dado que los restos en sí se encuentran en la cripta que está debajo.


Hay que decir, que en la Capilla Real no se pueden echar fotos. Por eso, la he descrito sin adjuntar ninguna instantánea. Esta que he puesto aquí arriba la saqué de estranjis. Quizás no debería utilizarla en el blog, pero tampoco creo que haga mal a nadie. Por último, quiero añadir que se ha habilitado, en la antigua sacristía de la capilla, el Museo de la Capilla Real, en el que vi varios cuadros de gran calidad, pero los elementos que más me llamaron la atención fueron la Corona de la Reina Católica y la Espada de Fernando el Católico, así como el Cetro de la Reina Católica y el Cofre de la Reina Católica. Todo era auténtico, por lo que son artefactos que estuvieron en algún momento en las manos de los Reyes Católicos. Esa sensación de estar viendo historia me flipa.

Una vez que nos bajamos del autobús que nos traía desde Campo Verde, al margen de entrar en la Capilla Real, también nos dimos un paseo por el Distrito Centro de Granada. El mismo está dividido en dos barrios. De ellos, el que concentra la mayor parte de los highlights de la ciudad es Centro-Sagrario, que tiene en la Plaza de Bib-Rambla uno de sus epicentros. 


Ya ha quedado claro que yo viví dos años en Granada, y también tengo allí familia, pero, a pesar de que la capital nazarí está en el top five de las poblaciones en las que más tiempo he pasado en mi vida, hay sitios emblemáticos de ella que no conocía. Uno de ellos es la Alcaicería.


La Alcaicería granadina está constituida por un entramado de estrechas callejuelas, que se extienden entre la Plaza de Bib-Rambla y la Gran Vía de Colón, justo al este del conjunto que forman la Catedral de Granada, la Capilla Real y la Iglesia Parroquial del Sagrario. El principal punto fuerte de la Alcaicería radica en el hecho de que, en el lugar donde se encuentra situada, se ubicó el zoco durante la larga etapa musulmana de la ciudad. Por eso, ese bazar no es algo impostado, sino que es heredero directo del que existió en época andalusí.


Hay que aclarar, no obstante, que el mercado se quemó el 20 de julio de 1843. Eso significa que, lo que hoy vemos, es una nueva versión del anterior. Efectivamente, al reconstruir la Alcaicería, esta se redujo un poco, y sus calles se alinearon. Además, se llenó de elementos neo árabes, que pueden dar la impresión de que se está en un decorado, pero lo cierto es que allí ha existido un bazar desde hace siglos, por lo que el espectáculo es real.


Tras echar un buen rato en la Alcaicería, nosotros, después de una mañana bastante activa, que había empezado en Restábal cuando llegó la grúa, decidimos hacer un alto en el camino y comer algo, antes de ascender al Albaicín. En Granada, lo de tapear es siempre una opción, pero ese plan suele ser un tanto ajetreado, y queríamos tomarnos un respiro, por lo que almorzamos en el Ristorante Pizzeria La Piccola Carmela.


La Piccola Carmela es un restaurante italiano, que pertenece a un grupo gastronómico denominado Carmela. El mismo tiene cinco negocios en Granada, parecidos, pero con una seña de identidad diferente cada uno. Por ejemplo, hay uno que está centrado en la cocina mediterránea, y otro sirve comida casera. La Piccola, por su parte, es un ristorante italiano de los de siempre. Almorzamos de lujo. Después, nos acercamos a la vecina Plaza Nueva, que se encuentra situada a los pies, tanto del célebre Albaicín, como de la Alhambra.


Partiendo de la Plaza Nueva, nosotros tiramos en dirección al Albaicín, que se encarama por el comienzo de las laderas del Cerro San Miguel. Esa es la zona que vio nacer a la ciudad de Granada, y ha sido testigo del paso de múltiples pobladores a lo largo de los años, aunque parece que la etapa andalusí es la que le ha dado su seña de identidad.


Cuando uno visita el Albaicín, puede darse una vuelta por sus calles, para quedarse con una impresión de cómo es, o puede profundizar en sus muchos encantos, que es algo que lleva más tiempo. Yo, en esta ocasión me tuve que conformar con el paseo general, que, no obstante, puede servir para presentar el barrio en este blog. En el futuro, regresaré a él, para ir desgranando sus detalles, que son cientos. Uno que desconocía, por ejemplo, y con el que me topé por casualidad, fue el de la presencia, en la Cuesta de San Gregorio, de la casa natal del gran Enrique Morente.


Me encantaría verla por dentro, aunque creo que está muy reformada. No obstante, como he dicho, no era el día de hacer visitas concretas. En este caso, el objetivo era refrescar mi memoria, acerca de como se encuentra conformado el Albaicín. En él, abundan las calles en cuesta, cuyo trazado es heredero de la mencionada etapa andalusí de la ciudad. Como se va subiendo, son varios los miradores que uno puede llegar a encontrarse, pero hay uno que destaca por encima de todos, desde que Bill Clinton, en 1997, supuestamente dijera que, desde él, se contempla el atardecer más maravilloso del mundo. Se trata del Mirador de San Nicolás


Yo, el otro día no pude ver el crepúsculo desde el Mirador de San Nicolás, pero tampoco pasa nada. De hecho, me he enterado hace poco de que, en realidad, Bill Clinton, cuando estuvo en él, se limitó a asentir con educación, a la afirmación del jefe de protocolo de la Casa Real española, Paco Fernández Fábregas, que fue el que hizo la aseveración de que no había en el mundo ninguna puesta de sol tan bonita como esa. Resulta que, al final, Clinton tan solo fue amable, y que la famosa frase la lanzó... un granadino, porque, en efecto, Fernández Fábregas lo es. Sea como fuere, la panorámica desde el Mirador de San Nicolás es una maravilla a cualquier hora. Desde allí, la visión de la Alhambra es espectacular, y si uno es capaz de despegar la vista de ese magnífico edificio, también puede contemplar Granada y la parte sur de la Vega de Granada.


Nosotros subimos por el Albaicín a primera hora de la tarde, soportando un intenso calor, y eso tuvo el lado positivo de que no nos encontramos demasiada gente en el Mirador de San Nicolás, pero también nos dejó bastante cascados. Por esa razón, antes de emprender el camino de vuelta, buscamos un lugar donde tomarnos un refrigerio. El sitio que encontramos fue todo un bálsamo.


La puerta que se ve en la foto pertenece a la Tetería del Bañuelo, que es famosa por las espectaculares vistas de la Alhambra que se ven desde su terraza. Nosotros, sin embargo, le dimos prioridad a estar frescos, y obviamos la posibilidad de sentarnos fuera. Dentro, en una sala refrigerada, estuvimos en la gloria. Al acabar, bajamos hasta la Carrera del Darro y recorrimos el final de esta calle, que discurre paralela al Río Darro.



Al término de la Carrera del Darro está la Plaza Nueva. Desde allí, nos dirigimos hasta la Gran Vía de Colón, donde cogimos el autobús que nos devolvió a las inmediaciones de Norauto. En el taller, nuestro coche ya estaba arreglado, por lo que dimos por finiquitada una inesperada jornada, que perdurará para siempre en mi memoria. 

Para acabar, quiero decir que Granada no se ve en un día. Son miles los detalles que ofrece, y a los que hay que prestar atención. Esta visita fue improvisada, y no la llevaba preparada, por lo que terminó destacando, sobre todo, por lo a gusto que estuve con María, con Ana y con Julia. En el futuro, y sin renunciar, ni por asomo, a seguir viendo la ciudad en la mejor compañía, empezaré a sacarle el jugo a Granada de una manera más minuciosa, para poder escribir sobre ello.


Reto Viajero POBLACIONES ESENCIALES DE ESPAÑA
Visitado GRANADA.
En 1995 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales ya visitadas en la Provincia de Granada: 12'5% (hoy día 12'5%).
En 1995 (primera visita consciente), % de Poblaciones Esenciales de España ya visitadas: 9'9% (hoy día 36'3%).

Reto Viajero TESOROS DEL MUNDO
Visitado GRANADA.
En 1995 (primera visita real, aunque incompleta aún para este reto), % de Tesoros ya visitados de la España Musulmana: 40% (hoy día, estando aún esta visita incompleta 50%).
En 1995 (primera visita real, aunque incompleta aún para este reto), % de Tesoros del Mundo ya visitados: 1'6% (hoy día, estando aún esta visita incompleta 4'7%).

Reto Viajero MUNICIPIOS DE ANDALUCÍA
Visitado GRANADA.
En 1995 (primera visita consciente), % de Municipios ya visitados en la Provincia de Granada: 1'2% (hoy día 6'9%).
En 1995 (primera visita consciente), % de Municipios de Andalucía ya visitados: 1'9% (hoy día 21'9%).


13 de agosto de 2024

CARRERA NOCTURNA SAN GINÉS 2024

Llegó por fin la cita atlética más especial de este verano para mí. La Carrera Nocturna de San Ginés ya se celebró el año pasado, y en 2024 aún pervive el impulso que la hizo nacer, por lo que se ha disputado la segunda edición.


Sin embargo, tal y como está planteada la prueba, yo sigo siendo pesimista con respecto al hecho de que vaya a perdurar en el tiempo, dado que se encuentra muy ligada a los actuales gobernantes, en un pueblo donde parecen tener a gala que el que llega al consistorio borra del mapa todo lo que puso en marcha el anterior equipo de gobierno. Además, los regidores en activo siguen cayendo en el mismo error que sus antecesores, en lo relativo a la organización de competiciones deportivas que vayan más allá del fútbol, y es que no se implican directamente, sino que delegan por completo en otra gente, ajena a la corporación municipal. Ahora, incluso, el delegado de deportes es el hermano del alma mater de la Carrera Nocturna de San Ginés, pero, ni aun así, aquel ha cogido las riendas. José Antonio Castillo ha apoyado la cita con buena voluntad, como no, pero ha sido su hermano Fran el que ha tirado del carro. Y a los técnicos del Ayuntamiento dedicados a los deportes no se les ha visto el pelo. En consecuencia, el evento ha salido adelante, porque Fran Castillo, que ni siquiera vive en Villanueva del Ariscal, casi se ha dejado la salud, y gracias a la excelente predisposición de una serie de voluntarios, que en ciertos casos han llegado a tener que autogestionarse. Por desgracia, la improvisación ha vuelto a ser patente. Sin el altruismo de un considerable número de personas, el éxito habría sido imposible, lo que hace que las perspectivas no sean muy halagüeñas para el futuro.

Es una pena que el panorama sea el que he descrito, porque la cita ha contado de nuevo con una buena participación. A pesar de las fechas, en 2023 compitieron 239 personas, y en este 2024 han traspasado la meta 205. Son cifras notables para los tiempos que corren.

Yo, en otras carreras que se celebraron en Villanueva en el pasado, tuve un papel más activo como apoyo. En esta, he supervisado el circuito dos veces con Fran, en las semanas previas, y he dado mi opinión sobre él. El día de la prueba, me fui pronto para la salida, para ver si hacía falta colaboración para señalizar el recorrido, pero ya había dos voluntarios ayudando con esos menesteres, y otros dos empezando a repartir dorsales. Por ello, me fui de vuelta a casa para descansar un poco, antes de correr. María y Ana, por su parte, estuvieron cortando calles durante el transcurso de la competición.

Por lo que respecta al circuito, el mismo fue muy emotivo para mí. Su diseño fue obra de Fran, que le dio mil vueltas, hasta que fijó el definitivo. Yo opiné sobre otros asuntos, cuando lo hice con él, pero el paso por mi calle estaba decidido desde el principio, lo cual fue todo un detalle por parte de Fran.


Además, el trazado tuvo varias novedades, con respecto al de hace un año, que lo hicieron más atractivo. La primera fue que se suprimió el paso por Almargen, que es una barriada de Villanueva que queda un poco apartada. En 2023, sus calles fueron las únicas alejadas del centro que se recorrieron, pero en este 2024 ese trozo se ha eliminado. En cambio, se ha introducido un original tramo por el interior del Campo de Fútbol Padre Miguel Caballero, así como una revuelta por la plaza que tiene enfrente, que nos hizo correr bajo una nueva pérgola que se ha instalado allí. 


Aparte, se mantuvieron las principales virtudes que el circuito ya tuvo el pasado año, que fueron que el inicio y el final de la prueba estuvieron situados en el meollo del pueblo, y que la carrera circuló por las calles más señeras de Villanueva


El caso es que arrancamos en la Plaza de España, y dimos una primera vuelta más corta, en la que no llegamos a entrar en el campo de fútbol. Ese giro inicial nos devolvió a la salida, por donde pasamos tras haber corrido 1.400 metros.


La segunda vuelta en principio parecía un calco de la primera, pero en varios puntos se introdujeron alargues, que hicieron que midiera 3.600 metros. En todo el circuito se notó la presencia de adoquines, así como de giros y de suaves cuestas. También fue significativo el trecho que corrimos por dentro del Campo de Fútbol Padre Miguel Caballero, porque avanzamos por el perímetro del terreno de juego. El césped, que es artificial, estaba más blando de lo esperado, lo que me pilló por sorpresa. A cambio, pusieron los aspersores y pasamos por debajo de una cortina de agua, que supo a gloria, puesto que, a pesar de la hora, hacía un calor considerable. 

En cualquier caso, el hecho de dominar el recorrido me permitió ir mentalizado y dosificar. Avancé siempre sabiendo lo que me esperaba, ya fueran subidas adoquinadas o giros de 180º. Mi problema, en realidad, podía ser otro. En efecto, habida cuenta de que iba a correr por delante de las casas de mis vecinos, más que las demás veces que he competido en Villanueva del Ariscal, lo cierto es que el peligro para mí era que me dejara llevar por la euforia de manera descontrolada. No obstante, en todo momento fui apretando o respirando, en función de si lo que venía era una cuesta, hacia arriba o hacia abajo, una zona de revueltas, una calle con adoquines de los bastos, o un punto donde iba a haber gente conocida y quería pasar en plan estiloso. En consecuencia, pese a que fui a tope, me mantuve estable. Mi media final fue de 4:22 el kilómetro, que es prácticamente lo máximo a lo que soy capaz de llegar hoy día. Entré en meta en el puesto 48, de 205 personas.

Aparte, en seis de las diez pruebas que he disputado en Villanueva he logrado alguno de los premios reservados para los atletas ariscaleños de nacimiento o de adopción. Sin embargo, en este caso no pude rascar nada. El año pasado, en la edición inaugural de la Carrera Nocturna de San Ginés, quedé tercer mejor corredor local, pero en 2024 se han cambiado las bases de la carrera, y se han repartido trofeos a los primeros de cada categoría. En general, volví a ser el tercer local, pero en la categoría Veterano A, que es la mía ahora, apareció un compañero, llamado José Carrasco, que fue más rápido que yo. Lo curioso es que el susodicho me superó poco antes de llegar al cuarto kilómetro, pero yo no lo conocía y no hice ni el amago de seguirle. Al final, acabó tan solo tres puestos por delante mía. No obstante, me sacó 14 segundos, por lo que no está muy claro que le hubiera podido pelear la posición.

Por otro lado, volví a notar la ausencia, en la zona de meta, de un ambigú o de algún tipo de barra para consumir bebida y comida. En la Plaza de España se juntó mucha gente, dado que el tráfico estaba cortado. Bastantes de esas personas habrían tomado algo, sin duda. Yo, que estuve esperando un buen rato, para ver si me caía el premio al mejor local de mi categoría, eché en falta una cerveza o un refresco.


Dado que no había barra, ni en la Plaza de España, ni en la cercana Plaza del Santísimo Sacramento, una vez que supe que no había premio para mí, opté por irme a la Taberna El Mellizo. El caso es que me acompañaban mi amigo Raúl y su mujer, Ana, que habían venido desde Tomares para correr la carrera, así como María y nuestra vecina Rosalba. En vista de que no nos daban nada en la Plaza de España, nos fuimos al Mellizo a echar una cerveza. Ese rato fue el colofón perfecto a otra noche mágica para mí. Todas las ocasiones en las que he podido competir en Villanueva del Ariscal han sido especiales, pero esta nocturna, que pasa por el centro, en un momento en el que el grueso de la gente conocida lo tiene fácil para salir a la puerta de su casa, me produce un cúmulo de sensaciones inigualables. Ojalá pueda seguir disfrutando de esa experiencia muchos años más.


Reto Atlético 1.002 CARRERAS
Carreras completadas: 252.
% del Total de Carreras a completar: 25'1%.

Reto Atlético PROVINCIA DE SEVILLA 105 CARRERAS
Completada Carrera en VILLANUEVA DEL ARISCAL.
En 2012 (año de la primera carrera corrida en Villanueva del Ariscal), % de Municipios de la Provincia de Sevilla en los que había corrido una Carrera: 19% (hoy día 37'1%).